Desde su origen, la especie humana se fue adaptando a su entorno transmitiendo pequeñas mutaciones genéticas de generación en generación. Pero quizá nuestra evolución ya no esté ligada a la genética, como señala una nota de Curious, la Newsletter sobre temas de ciencia y tecnología del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Un nuevo estudio muestra que la evolución ya no está estrictamente vinculada a los genes, sino que la cultura podría estar haciendo que los humanos evolucionen más rápido de lo que podría darse gracias a las mutaciones genéticas.
Con este concepto los autores denominan a la evolución que no requiere de tantas mutaciones genéticas para mejorar la supervivencia sino que los comportamientos aprendidos y transmitidos culturalmente pueden igualmente entenderse como “mutaciones” que brindan ventajas de supervivencia.
“Cuando un virus ataca a una especie, generalmente se vuelve inmune a ese virus a través de la evolución genética”, dice el coautor del estudio, Zach Wood, investigador posdoctoral en la Escuela de Biología y Ecología de la Universidad de Maine. Esa evolución, explica Wood, se da de una manera lenta a medida que los más susceptibles a morir por el virus desaparecen y solo quienes sobreviven pasan sus genes a la próxima generación.
La evolución cultural, según esta perspectiva, puede moldear el destino de la raza humana con mayor fuerza que la selección natural. Al desarrollar vacunas, por ejemplo, la cultura humana mejora su “sistema inmunológico” colectivo y por eso es más relevante incluso que la selección natural, argumenta el coautor del estudio Tim Waring, profesor asociado de modelado de sistemas socioecológicos de la Universidad de Maine.
Según Waring está evolución cultural puede generar una evolución genética, como la tolerancia a la lactosa: “Beber leche de vaca comenzó como un rasgo cultural que luego impulsó la evolución genética de un grupo de humanos”, sostiene Waring.
Según Waring y Wood en algún momento de la historia de la humanidad la cultura comenzó a, de alguna manera, arrebatarle el control evolutivo a nuestro ADN. Ahora sería este cambio cultural el que permite evolucionar de una manera que el cambio biológico por sí solo no podría lograr.
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