En mayo del año pasado ponderé el recuento de los daños al mercado local en función de la forma y proporciones en que sufrieron los pares de la región, a marzo de 2020. Toca sacar cuentas de la recuperación. Para ver con objetividad cómo nos fue, y cómo estamos en la vuelta a lo normal, va otra comparación contra Brasil y Chile. Los termómetros o calibradores son los índices accionarios, el tipo de cambio y la tasa de rendimiento a 10 años.
¿Cómo le fue a las bolsas?
- El IPC tardó un año en volver a los 45.800 puntos en que oscilaba antes de la irrupción de la pandemia. El caso es que a enero de 2020 tenía dos años y medio de rezago, aún a medias de recuperar el máximo de 51.500 de julio de 2017, al que volvió finalmente el 7 de junio.
- El IPSA de Chile requirió catorce meses para subir a los 4.995 puntos que había alcanzado al inicio de enero del año pasado, aunque también caben anotaciones: llevaba dos años en franco declive cuando el virus se propagó; esa cifra había sido la última parada del canal en que bajaba desde dos años atrás, de la marca de 5.870 unidades.
- IBOVESPA, de Brasil, con notable influencia del crudo (como México) tardó 11 meses en regresar al máximo de 118.500 unidades de enero de 2020 que en ese entonces era la cima histórica, el resultado de cuatro años de crecimiento.
Se diría que los tres mercados regeneraron en el mismo tiempo y forma lo que perdieron de súbito en marzo de 2020. Véase la tabla al final de la sección siguiente.
El desempeño bursátil en dólares
La devaluación restó valor al dinero. Sabemos que el tipo o tasa de cambio es una de las variables que más inciden en la evolución de nuestras economías, y en los bolsillos de los consumidores. Por eso, la lectura valiosa es la del desempeño en dólares. ¿A cuál mercado le fue mejor? ¿A cuál peor? Véase la gráfica.
- Nuestro IPC había sido el de menos pérdida de los tres grandes de la región, hacia marzo de 2020 (véase “¿Cómo impacta la crisis a mercados de Brasil, México y Chile?”). El dólar, recordemos, subió 34%, a $25,25, para luego retroceder hasta $20 (o menos, en caídas de duración breve). A fin de cuentas, entre el inicio de 2020 y hasta el 11 de junio pasado también le fue mejor a la bolsa mexicana, al generar 11,46%.
- El IPSA chileno se comportó casi igual que el IPC, sacándole ventaja entre marzo y septiembre de 2020 y luego entre febrero y marzo de este año, pero sucumbió a partir de abril y terminó con pérdida de 6,68%. El peso chileno se devaluó 17,4% el año pasado, a $865, y fue la única de las tres monedas que recuperó plenamente el valor que tenía antes de la debacle. De hecho, llegó a regenerarse más, pues entre enero y mayo el dólar bajó varias veces a $695, cotización de mediados de 2019. Pero, atención: el peso chileno se había devaluado considerablemente, 46%, entre noviembre de 2018 y marzo de 2020, y aún sin pandemia había subido a $850 en noviembre de 2019.
- El IBOVESPA brasileño había sido el de mayor pérdida en marzo de 2020 y fue el de desempeño inferior al corte actual. Tampoco ha recuperado por completo su valor en dólares, pues acumuló en el periodo una pérdida de 14%. El dólar subió en 2020 un 47% sobre el real, hasta $5,89, y lo más que ha regresado es a alrededor de $5.00. De ahí ha rebotado dos veces, a $5,78 y a $5,71. Al corte del periodo estaba de nuevo en ese piso de año y medio, $5,02.
Como mera referencia, no comparable para estos efectos, el S&P produjo 31,5%. Es decir, aventajó al IPC por 20%, al IPSA por 38% y a IBOVESPA por 45%. Cifras elocuentes.
¿Qué tanto se compusieron o distorsionaron (más) las tasas?
La tasa de rendimiento del bono a 10 años permite entrever el grado en que salieron los recursos de cada país y el precio de intentar retenerlos. A tasa más alta, mayores salidas por ventas y mayores pérdidas para los tenedores (los fondos de pensiones, por ejemplo), porque la subida de los réditos abarata, disminuye o tira los precios de los valores.
- En Brasil y México el porcentaje de rendimiento al cierre de 2019 era de 6,80%. La tasa mexicana tuvo un máximo prepandemia de 6,84%. Luego, los extremos: se disparó a 8,54% y cayó posteriormente a un mínimo de 5,20%. El premio se ubicó por debajo del nivel de arranque de 2020 durante once meses, hasta que en febrero de este año comenzó a subir como espejo del rebote de la nota de 10 años de Estados Unidos. Así, el pasado abril llegó hasta 6,90%, y continuaba, moderada a alrededor de 6,60%, en niveles previos la debacle. Los inversionistas recuperaron lo perdido.
- El rendimiento en Brasil, antes del coronavirus, había subido a 6,87%. En el marzo fatal se disparó a 9,85%, luego bajó con vaivenes. En junio y agosto llegó a estar por debajo del nivel de inicio de 2020. Véase que a partir de ahí comenzó su escalada que la impulsó hace dos meses prácticamente al pico del año pandémico: llegó hasta 9,64% y ahí seguía, arriba de 9%. Los tenedores que han aguantado siguen sin recuperarse.
- La tasa en Chile era de 3,14% en enero de 2020, poco menos de la mitad que la de sus pares, pero había escalado a 3,75% antes del mes crítico. Su punto más alto en marzo de 2020 fue 3,89%. De ahí bajó hasta 2%. En proporción, fue la que más disminuyó de las tres y duró incluso más que la de Brasil por debajo del porcentaje de inicio, de abril a febrero, aunque en diciembre subió al punto de inicio y se siguió, de forma sostenida, hasta 4,40%, ya en este mes. Ahora es la de mayor aumento. Los tenedores acumularon más pérdidas.
En suma, utilizando proporciones, a marzo de 2020 la tasa a 10 años llegó a ser,
- México, 0,26 veces más alta. Brasil, 0,45 veces más. Chile, 0,24 veces más.
La variación entre el 1 de enero de 2020 y el 11 de junio de 2021, era
- México, 0 veces (“Cero”). Brasil, 0,35 veces más. Chile, 0,40 veces más.
Véase la gráfica de la evolución. Los datos de Chile, en el eje secundario.
Algunos efectos de la política monetaria
Es para reiterar que los bancos centrales de Brasil y Chile emularon a la Fed de EUA aplicando medidas monetarias convencionales y excepcionales para favorecer la recuperación, en tanto que Banxico aparecía en los medios más para augurar que el panorama tendía a descomponerse o alertar de lo mal que nos iría, como si no tuviera que ver con el curso de la economía. Mientras Banco do Brasil y Banco Central de Chile recortaron de tajo la tasa Selic y referencial, de 4% a 2,00% y de 1,75% a 0,50%, respectivamente, y echaban mano de toda la batería de herramientas para intentar activar el engranaje productivo, Banco de México fue bajando la tasa de referencia desde 7,25% con recortes espaciados de 0,50% y solo hasta 4%, el punto del que el central brasileño comenzó a recortar (en condiciones menos apremiantes, entre septiembre de 2013 y junio de 2016, Banxico la había reducido a entre 3,75% y 3,00%).
Las circunstancias cambian, la recuperación fue diferenciada en cada país, así como los efectos inflacionarios:
- Banco do Brasil ya aumentó a 3,50% la tasa Selic porque la inflación anual saltó en forma vertical, a 8,60% en abril.
- El banco central chileno mantiene la tasa en el mínimo de 0,50%. Los precios al consumidor a 12 meses saltaron a 3,3% en abril.
Y no es que Banxico haya logrado contener el alza de los precios, pues en abril fue de 6,08% anual, casi lo doble que en Chile, dos tercios la de Brasil, que inundaron sus mercados de liquidez. Podría atribuírsele que haya moderado el alza cambiaria, aunque en crisis anteriores, en las que también fue reticente a bajar el costo del dinero al grado en que lo hicieron sus homólogos en el mundo, no logró evitar la subida desmesurada del dólar. Daría para otra nota contrastar la influencia de los bancos centrales en el repunte del PIB de cada país.
Columna de Arturo Rueda