Los activos de inversión sostenible han crecido notablemente en los últimos años, llegando a alcanzar los 30 billones de dólares en 2018. A pesar del rápido repunte a escala mundial, Europa sigue gestionando casi la mitad de los activos de inversión sostenible, y las empresas europeas -que parten con ventaja- están bien posicionadas para ganar cuota de mercado a medida que el resto del mundo se interesa también cada vez más por los factores ESG o medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (gráfico 1). El cambio climático y los efectos que lleva aparejados tienen para nosotros la máxima prioridad como gestores de activos sostenibles.
El cambio climático es una realidad incuestionable. En el año 2020, los fenómenos climáticos marcaron niveles sin precedentes. Un ejemplo fueron los devastadores incendios que arrasaron Australia y California. También representa una parte cada vez mayor del mundo de la inversión y, por tanto, debe ser un tema prioritario en la agenda de cualquier empresa debido al impacto que el cambio climático puede tener tanto en la rentabilidad de la inversión como en los flujos de liquidez.
Liderando el camino hacia un mundo más sostenible
Con el trasfondo del Acuerdo de París de 2015 -en el que más de 200 países se comprometieron a mantener el calentamiento global muy por debajo de 2ºC con respecto a los niveles preindustriales y a tratar de limitar ese aumento de la temperatura a 1,5ºC-, los gobiernos han trasladado un claro mandato a las empresas para conseguir este reto. La UE se ha situado a la vanguardia en este ámbito: en el marco del Pacto Verde Europeo, los gobiernos de la UE han aprobado el plan más ambicioso hasta la fecha sobre cambio climático, con el compromiso de invertir más de 500.000 millones de euros en proyectos verdes que ayuden a que Europa se convierta en el primer continente que alcance la neutralidad en carbono en 2050 (gráfico 2).
En la senda global hacia el objetivo de cero emisiones netas hemos visto la rápida adopción de las energías renovables, con unas perspectivas prometedoras, por lo que las oportunidades en inversión sostenible son enormes (gráfico 3).
Todo apunta a que las empresas de suministros públicos y energía que se centran en fuentes renovables se beneficiarán de un crecimiento acelerado impulsado por unas políticas públicas favorables y unas condiciones económicas atractivas. Las energías renovables albergan el potencial no solo de sustituir la generación eléctrica a partir de combustibles fósiles, sino también de atender la nueva demanda de electricidad que genera el crecimiento de la población mundial y la electrificación de nuevas partes de la economía (como los vehículos eléctricos). La energía solar y renovable, como tecnología, existe desde hace ya muchos años, pero en los últimos tiempos se ha visto impulsada por dos factores importantes:
1. Bajo coste de la inversión: las energías renovables son actualmente la forma de energía más barata en dos tercios de los países de todo el mundo, gracias, en parte, a las mejoras tecnológicas para incrementar la eficiencia.
2. Capacidad: se prevé que la capacidad mundial de las energías renovables crezca más del triple en 2030.
A escala mundial, Europa es líder en generación de energía eléctrica mediante plataformas eólicas marítimas. No obstante, alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2050 significa que las energías alternativas deberán pasar del 20% al 80% del mix energético total.
El liderazgo europeo de energía eólica marítima y en energías renovables en su conjunto ha beneficiado enormemente a las empresas de la región. De hecho, disfrutan de la ventaja de ser las primeras y esto les ha permitido generar escala y desarrollar conocimientos expertos con gran rapidez. Es por ello que Europa domina actualmente el sector de las energías renovables. A modo de ejemplo, los cuatro únicos permisos para la construcción de grandes parques eólicos marítimos concedidos en Estados Unidos en 2019 se otorgaron a empresas europeas.
La energía verde y unos suministros públicos más ecológicos son solo la punta del iceberg de los esfuerzos de las empresas para cumplir el objetivo de cero emisiones netas. Son muchas las empresas europeas que se están beneficiando de efectos catalizadores de segundo y tercer grado. Cabe citar los ejemplos siguientes:
• Bienes de capital: soluciones de consumo eléctrico y energético eficiente, mejora de las redes de conexión por cable y fibra óptica, alumbrado eficiente, aislamiento de las viviendas, almacenamiento de energía, estaciones de recarga para vehículos eléctricos.
• Banca: bonos verdes, incorporación de objetivos ESG en las operaciones de financiación, financiación de viviendas ecológicas y sociales.
• Industria manufacturera: reciclaje del algodón utilizado en confección de prendas de vestir, células de combustible sin emisiones.
Fondos Europeos de inversión sostenible de JP Morgan Asset Management
JPMorgan Funds – Europe Sustainable Equity Fund y JPMorgan Funds – Europe Sustainable Small Cap Equity Fund están perfectamente posicionados para aprovechar las enormes oportunidades en inversión verde que ofrece Europa. Estos fondos no solo apuntan a empresas con las mejores credenciales ESG de sus respectivos sectores, sino que además invierten de forma activa en empresas que previsiblemente contribuyan a aportar soluciones para afrontar los retos globales de sostenibilidad.
Tribuna de Joanna Crompton, Francesco Conte y Alexandra Sentuc, gestores de JP Morgan AM