El 22 y 23 de abril de 2021 se llevó a cabo la Cumbre sobre Cambio Climático promovida por el Presidente Biden de Estados Unidos y en la cual participaron 40 jefes de estado, empresarios, instituciones internacionales y representantes de organizaciones indígenas.
Esta reunión refleja que Estados Unidos desea retomar el liderazgo en el tema del medio ambiente. Logró que algunos países establecieran compromisos precisos respecto a la reducción de emisiones para 2030. El Reino Unido las reducirá en 68%, la Unión Europea en 55%, Estados Unidos en 50%, Japón en 46% y Canadá en 45%. Rusia dijo que las reducirá sustancialmente para 2050, sin establecer meta precisa, en tanto que China confirmó que llegará a emisiones netas cero en 2060.
Si bien ya hay metas específicas en diversos países, se requiere que alguna organización internacional establezca parámetros para todos, porque cuando hablan de reducciones no todos lo hacen con respecto al mismo año. Asimismo, se necesitan parámetros internacionales homogéneos para evaluar el cumplimiento de las metas.
Adicionalmente, Estados Unidos creó un grupo con Canadá, Noruega, Qatar y Arabia Saudita, quienes representan el 40% de la producción mundial de petróleo, para que de manera conjunta logren las emisiones netas cero en 2050. Estableció un acuerdo con la India para apoyarlo con tecnología y recursos financieros para generar 450 GW de energía renovable en 2030, lo que equivale a 10 veces la actual demanda de México. Por otra parte, para América Latina y el Caribe, hay un programa para incrementar en 70% la energía renovable en la región, a través de trasferencia tecnológica y financiamientos vía el BID. Este programa está liderado por Colombia, Chile y Costa Rica.
Las metas establecidas son muy ambiciosas, reducir las emisiones de carbón e incrementar el uso de energías renovables y limpias van a implicar cambios en los patrones de consumo de la gente, los procesos productivos de la industria, las cadenas de suministro, el transporte, la generación de energía, etc. Se van a instrumentar diversos mecanismos para que el mundo en su conjunto se mueva hacia las energías limpias, fomentar la investigación para almacenar energía solar y eólica, subsidios para sustituir maquinaria y equipo dependiente de energías no renovables, como es el caso del transporte, apoyos tecnológicos para adecuar los procesos productivos de empresas a las nuevas energías, financiamiento para lograr la transformación que se requiere. El financiamiento va a ser un factor fundamental en este proceso, no nada más el proveniente de organismos internacionales como el BID o el Banco Mundial, sino de las instituciones financieras privadas. De hecho, ya JP Morgan anunció que planea otorgar de aquí a 2030 2,5 billones de dólares (trillion en inglés) a proyectos relacionados con el cambio climático, en tanto que Citibank estableció una meta de un billón (trillion en inglés), seguramente otras instituciones también canalizaran recursos a proyectos de esa índole. Para desincentivar el uso de energía contaminante y hacer más atractivas las alternativas, seguramente se utilizará el mecanismo de precios, imponiendo impuestos a las primeras y subsidiando, directa o indirectamente, a las energías limpias.
Los sectores intensivos en el uso de carbón van a ser perjudicados y tenderán a desaparecer o transformar sus procesos productivos, la mayor penetración de energías limpias y renovables detonará nuevas oportunidades de negocio. Los consumidores, productores y autoridades deberemos ajustarnos a esta transformación energética, convertirnos en elementos del cambio y no querer ir en contra corriente. Eventualmente al momento de seleccionar proveedores no nada más será el precio el único criterio, se incorporará el impacto climático generado en el proceso productivo y por lo tanto, si no se cumplen con los estándares internacionales de contaminación perderemos espacio en los mercados internacionales. Proveedor que no contribuya o perjudique la emisión neta cero de la empresa adquiriente o de los productos finales va a ser desechado.
Columna de Francisco Padilla Catalán