Seguro que casi todos nos acordamos de la película estadounidense de ciencia ficción de 2015, MARTE (The Martian) dirigida por Ridley Scott, nominada a los Oscars y donde un astronauta encarnado por Matt Damon es abandonado en Marte. Solo y con pocos recursos, deberá recurrir a sus conocimientos e ingeniárselas para lograr sobrevivir y volver a comunicar con la Tierra para esperar su rescate.
El pasado febrero, la NASA organizó una expedición con el vehículo Perseverance, con el objetivo de buscar señales de vida microbiana pasada. En su vientre viajaba Ingenuity, el cual ha realizado el primer vuelo de helicóptero de la historia sobre el planeta rojo. Otro gran logro de esta expedición, a día de hoy, ha sido obtener oxígeno a partir de dióxido de carbono.
Todo esto indica que existen posibilidades, no muy remotas, de establecer colonias humanas en Marte o en la Luna que, deberán ser autosuficientes y autosostenibles sin los ricos recursos de la Tierra. Sobre este asunto llevan trabajando científicos del proyecto MELiSSA (acrónimo en inglés de Sistema de Soporte Vital Micro-Ecológico Alternativo) desde 1995, veinte años antes del estreno de la película MARTE. Desde entonces han estado coordinados por la Agencia Espacial Europea, y cuya planta piloto se ubica en Barcelona.
El objetivo de este proyecto multidisciplinar es conseguir el reciclaje completo de todos los compuestos químicos, de manera autosostenible y sin ningún tipo de suministro exterior. De hecho, en la planta piloto ya simulan este entorno a pequeña escala para demostrar su viabilidad. Reutilizar los residuos para producir oxígeno, agua y alimentos significa usar una tecnología que regenere el agua para beber, la atmósfera para respirar, producir material comestible y tratar todos los residuos.
Quizás sea difícil de entender para nuestras mentes consumistas, ya que pensamos en tirar para volver a comprar, pero pongamos un ejemplo: en un fotobiorreactor con microalgas, estas consumirían el CO2 que expulsarían los astronautas y mediante su fotosíntesis, generarían oxígeno. Además, también servirían como alimento. Asimismo, la orina también podría ser nitrificada para convertir el amonio en nitrato y usarlo como fertilizante para las microalgas. Estas mismas microalgas se pueden encontrar en uno o dos gramos por litro de concentración y el resto es agua como lo es gran parte de la orina.
Teniendo todo ello en cuenta, los científicos más optimistas hablan de que para el 2040 a 2050 quizás podamos ver humanos en el planeta rojo. Pero mientras tanto, las tecnologías que se están desarrollando y que irán a más, podrían servir en la Tierra. Así, los científicos de MELiSSA plantean diseñar edificios sostenibles que sigan esta misma filosofía circular, donde reactores con microalgas sean capaces de reutilizar el CO2 emitidos por los trabajadores y reciclar la atmósfera interior o reutilizar la orina.
Estamos ante una nueva concepción de economía y filosofía circular, esencial en la lucha climática, gracias a la ciencia y la tecnología que son las herramientas más poderosas para conseguir revertir el impacto antropogénico. Estas soluciones aportan un impacto ambiental positivo o al menos neutral. Además de valorar también positivamente, las oportunidades de nuevos negocios que surgirían para desarrollar estas nuevas tecnologías.
Tribuna de Patricia Vara, directora financiera de Portocolom AV