Las especulaciones en torno a la inflación han alcanzado un punto álgido en las últimas semanas. Las señales de aumento de los precios al consumo están llevando a los inversores en renta variable a abandonar las acciones growth, que han aportado un mayor rendimiento durante más de una década, y a buscar los sectores de valor que se beneficiarían del aumento de la inflación. ¿Cómo pueden aprovechar mejor esta oportunidad los inversores? Explicamos por qué creemos que el camino a seguir es un estilo quality-value, con foco en la estabilidad a largo plazo, adaptabilidad e integración ESG.
Los sectores de valor han tenido, en general, un rendimiento inferior desde la Gran Crisis Financiera. Esto se debe a varias razones: los bancos centrales han recurrido a herramientas no convencionales que distorsionan la curva de rendimiento, como la flexibilización cuantitativa, que ha llevado a muchos inversores a pagar primas significativas por los valores de crecimiento. Los tipos de interés históricamente bajos y la ausencia de presiones inflacionistas han exacerbado esta tendencia. Durante el apogeo de la crisis de COVID-19 cobraron fuerza incluso las especulaciones sobe “la muerte del value” gracias a los mejores resultados obtenidos por los sectores growth, como las grandes empresas tecnológicas, impulsadas por la aceleración de las tendencias a largo plazo como el teletrabajo y el aumento del consumo digital.
Hoy, con el despliegue de la vacuna y los estímulos fiscales de los gobiernos, vuelven las esperanzas de una recuperación de la filosofía value. Los datos recientes y los comentarios de los bancos centrales sugieren un posible aumento sostenido de la inflación. En particular, los rendimientos de los bonos a 10 años -un indicador común del mercado de que la inflación podría estar a punto de aumentar- han subido de forma constante en los últimos meses (véase el gráfico 1).
Los anuncios positivos sobre vacunas del pasado noviembre y las esperanzas de recuperación desde entonces han impulsado notablemente el rendimiento de los sectores de valor, pero esto sólo ha servido para comenzar a compensar su largo período de bajo rendimiento. Como muestra el gráfico 2, los ciclos de crecimiento-valor duran históricamente varios años. Si nos encontramos al principio de un ciclo de valor, aún queda mucho para ponerse al día.
Nuestro enfoque de la inversión en valor
En esencia, la inversión en valor consiste en ir contra la corriente. En este caso, la “corriente” son los inversores centrados en el crecimiento, que buscan empresas con posibilidades de expansión. Estas compañías suelen tener acciones a un precio que parece excesivo si se las analiza a través de la lente del ratio precio/valor contable o precio/beneficio. Los inversores acuden a estas empresas porque se ven atraídos por los altos rendimientos potenciales pese al aparente riesgo: estas inversiones requieren por tanto una gran confianza en las expectativas de futuro.
La clave de la inversión en valor es la contraria: buscar acciones poco apreciadas con un valor intrínseco que no se refleja en el precio de las mismas. Los inversores en valor que hacen sus deberes en el análisis fundamental de una empresa deberían, en teoría, esperar un cierto margen de seguridad en relación con el precio de compra. La rentabilidad esperada debería ser razonable si bien no estelar.
Además de métricas como los ratios precio/valor contable y precio/beneficio, los dividendos son tradicionalmente un área de interés para los inversores en valor, especialmente los que invierten para obtener estabilidad a largo plazo. Los pagos de dividendos suelen ser más estables que los beneficios subyacentes, ya que las empresas suelen hacer todo lo posible para evitar la embarazosa situación de recortarlos. Como resultado, los valores que pagan dividendos suelen presentar una menor volatilidad, lo que ofrece una protección ante mercados a la baja. Además, los inversores con aversión al riesgo suelen preferir un pequeño flujo de ingresos regulares mientras esperan una ganancia de capital, en lugar de apostar por la posibilidad de una mayor ganancia de capital en el futuro.
Dentro de nuestras estrategias con sesgo de valor -Euro High Dividend y European High Dividend- adoptamos un enfoque matizado y no nos limitamos a seleccionar las acciones con la menor ratio precio-valor contable, como podría hacer un inversor de value puro. Nos centramos en la calidad y el valor: buscamos empresas de alta calidad dentro del universo del valor.
Sólo invertimos en empresas que pagan dividendos, que suelen estar entre las de mayor calidad del universo de valor. Creemos que un dividendo estable es indicativo de disciplina de capital y de una sólida gobernanza: ambos rasgos posicionan a las empresas para el éxito a largo plazo. Tomando como ejemplo el mercado de renta variable europeo, los inversores pueden esperar una rentabilidad real de entre el 4% y el 5% anual sin tener en cuenta los ajustes por inflación. La rentabilidad y el crecimiento de los dividendos contribuyen a unos dos tercios de esta cifra, lo que subraya su importancia.
Además de centrarnos en los dividendos, los componentes nucleares de nuestras estrategias de dividendos europeas son la integración de criterios ESG y la adaptabilidad.
Integración ESG: reforzar la rentabilidad ajustada al riesgo
El análisis medioambiental, social y de gobernanza es un componente crucial de nuestro enfoque quality-value para la inversión en valor, ya que nos ayuda a identificar las empresas que están realmente posicionadas a largo plazo.
Para nosotros, la integración ESG no es un proceso simplificado y añadido. Adoptamos un enfoque bottom-up que incorpora las consideraciones ESG en el marco de valoración de cada empresa, lo que repercute directamente en nuestra calificación de las acciones y en el objetivo de precio. Al integrar de forma coherente y rigurosa los factores ESG en nuestro proceso de inversión y reducir activamente la exposición a empresas con altos niveles de riesgo ESG, podemos ofrecer un mejor ratio riesgo/rendimiento que la mayoría de nuestros pares de valor/dividendo.
Adaptabilidad: la clave de la resiliencia
Incluso durante periodos extremadamente largos en los que el ciclo de estilos se volvió en contra de nuestras estrategias, nos hemos mantenido fieles al estilo quality-value por el que son conocidos nuestros fondos. Estamos comprometidos en proporcionar a los inversores la exposición que han elegido asignar, en lugar de desviarnos demasiado para perseguir el rendimiento. Sin embargo, esto no significa que nos hayamos limitado a soportar los vientos en contra de larga duración sin hacer ninguna alteración en nuestro rumbo. Por el contrario, adoptamos un enfoque adaptativo e incorporamos nuevas herramientas en el proceso de inversión que pueden ayudarnos a capear los períodos difíciles. Los resultados hablan por sí mismos. El gráfico 4 muestra el rendimiento relativo superior de nuestro fondo NN (L) Euro High Dividend, incluso frente a los vientos en contra del valor de los últimos años.
Un ejemplo clave de nuestro enfoque adaptable es cómo hemos aprendido a contrarrestar nuestros propios sesgos de comportamiento. Como inversores en valor, manejamos el concepto de explotar los sesgos de comportamiento de otros, pero también somos propensos a nuestros propios sesgos: expectativas de reversión a la media, exceso de confianza (el inversor tiene razón, el mercado se equivoca), aversión a las pérdidas, entre otros. Hemos evaluado más de 10 años de historial de negociación de carteras para identificar los sesgos de comportamiento de nuestros gestores, que llevan muchos años gestionando los portfolios; en el caso del gestor principal, Nicolas Simar, más de dos décadas.
Al incorporar elementos de adaptación como estos en nuestro proceso de inversión, podemos reforzar los rendimientos ajustados al riesgo sin dejar de ser fieles a nuestro estilo. Este planteamiento nos ha servido durante los períodos a la baja y vientos en contra de los últimos 12 años, y si se materializa una auténtica rotación sectorial, también nos permitirá aprovechar plenamente las oportunidades que surjan.
Tribuna de Nicolas Simar y Robert Davis, responsable y gestor -respectivamente- en la boutique de renta variable value de NN Investment Partners.