Los inversores han almacenado un volumen récord de dinero en efectivo al margen del mercado ante la preocupación por las altas valoraciones y la volatilidad. Sin embargo, la seguridad a corto plazo tiene un precio. Mediante la definición clara de objetivos a largo plazo, los inversores pueden utilizar su efectivo inactivo con confianza, a pesar de la incertidumbre acerca del camino hacia la recuperación.
Cuando los mercados se desplomaron a principios de 2020, muchos inversores liquidaron sus participaciones en efectivo. Durante el rebote posterior, no obstante, el efectivo devuelto al mercado fue relativamente escaso. Según datos de Morningstar, los flujos netos hacia los fondos del mercado monetario en todo el mundo superaron los 978.000 millones de dólares en 2020, la cifra más alta en más de una década y por encima de los flujos hacia los fondos de acciones y bonos. A pesar de algunas pérdidas de efectivo en la segunda mitad del año, los activos totales del mercado monetario aumentaron hasta un récord de 6,24 billones de dólares en 2020.
El efectivo es reconfortante en tiempos de incertidumbre. Ofrece un colchón de seguridad frente a los inquietantes episodios de volatilidad, habituales incluso en la recuperación del año pasado. Sin embargo, el dinero en efectivo no ofrece apenas rendimiento en un momento en el que los tipos de interés se encuentran en mínimos históricos y los tipos de interés son negativos en muchos mercados desarrollados. Los inversores pagan un elevado coste de oportunidad por mantenerse al margen del mercado. Mientras, el aumento de la curva de rendimiento de los bonos del Tesoro de EE.UU., a principios de febrero de 2021, se considera una señal de fortalecimiento del crecimiento económico y de los beneficios empresariales.
Las valoraciones elevadas no siempre conducen al desastre
Para muchos inversores, las elevadas valoraciones son un obstáculo para colocar el efectivo hoy en día, especialmente si se trata de acciones estadounidenses, que alcanzaron nuevos máximos históricos a principios de febrero. Nuestros estudios sugieren, sin embargo, que la renta variable ha ofrecido una sólida rentabilidad a lo largo del tiempo, incluso para aquellos inversores que entraron en el mercado cuando las acciones parecían relativamente caras.
Desde 1950, el S&P 500 ha alcanzado o se ha acercado a sus máximos históricos en el 43% de los meses. Asimismo, si se invirtieran cantidades iguales en cada uno de los máximos del mercado, las acciones estadounidenses habrían ofrecido una rentabilidad media anual del 9,6%. Esto es un 1,9% menos que los rendimientos generados por inversiones realizadas en cada uno de los mínimos del mercado bajista. Pero un resultado sólido a lo largo del tiempo, en nuestra opinión.
Las altas valoraciones no siempre conducen al desastre. En el caso de las valoraciones actuales, además, estas se han visto condicionadas por tendencias de mercado inusuales, generando mayor preocupación entre los inversores. El aumento de las valoraciones del precio/beneficio de las acciones estadounidenses ha sido impulsado sobre todo por un aumento de los precios de las acciones, no por el crecimiento de los beneficios. En otras palabras, los inversores han hecho subir los precios de las acciones en previsión de que la recuperación del crecimiento mundial impulsará un repunte de los beneficios empresariales.
En nuestra opinión, se trata de una tarea difícil. Creemos que es poco probable que los beneficios aumenten simultáneamente en todo el mercado, dada la incertidumbre sobre cómo saldrán los países de la pandemia, el ritmo de la recuperación económica y los retos empresariales en muchos sectores. Por ello, invertir en fondos cotizados (ETF) para obtener una exposición pasiva y de bajo coste en el mercado puede no ser la mejor manera de redistribuir el efectivo a la hora de aprovechar el potencial de recuperación.
Tres preguntas para dar con la inversión adecuada
Preferimos que los inversores consideren un amplio abanico de opciones activas que se adapten a sus necesidades individuales, a su apetito por el riesgo y a sus visiones personales sobre los mercados. Hay tres preguntas que pueden ayudar a determinar las opciones de inversión adecuadas:
- ¿Su horizonte de inversión es a largo o a corto plazo?
- ¿Deben sus activos ser líquidos y accesibles, o puede tolerar la iliquidez?
- ¿Prefiere las oportunidades consensuadas, o se siente cómodo invirtiendo en activos impopulares y desfavorecidos que pueden ofrecer mejores valoraciones?
Para periodos más breves, considere la liquidez de las acciones y los fondos de renta fija. La inversión en acciones de crecimiento fue especialmente exitosa -y popular- en 2020, pero esta parte del mercado es la que plantea más problemas de valoración. La renta fija high yield ofrece acceso a una clase de activos que tiende a no estar correlacionada con la renta variable y ofrece una mejor reducción del riesgo de caídas, así como un mayor potencial de rentabilidad que el mercado de bonos en general.
Los inversores dispuestos a nadar a contracorriente pueden considerar carteras ‘contrarian’. Por ejemplo, los valores de bajo rendimiento dieron señales de vida a finales de 2020 y podrían experimentar un mayor repunte si se acelera la recuperación económica. Las acciones de valor cotizan a un diferencial con respecto a las de crecimiento que no se había visto desde la burbuja tecnológica de hace 20 años. Los valores ajenos a EE.UU. y los de pequeña capitalización también se comportaron bien a finales del año pasado, y suelen ofrecer valoraciones más atractivas que sus homólogos estadounidenses.
Los inversores con un horizonte temporal más amplio podrían explorar opciones sin liquidez. Entre ellas se encuentran carteras de private equity y hedge funds, que se han convertido en inversiones alternativas de consenso en los últimos años, o podrían incluir opciones ‘contrarian’, como los activos titulizados o el crédito privado. Cada una de ellas aprovecha un flujo de rentabilidad distinto, bloqueando al mismo tiempo los fondos durante un periodo prolongado, lo que evita las volátiles oscilaciones del mercado asociadas a las inversiones tradicionales en los mercados de valores públicos.
Es mejor participar en el mercado que no hacerlo
Aunque es probable que el mercado retroceda en algún momento de este año, teniendo en cuenta el entorno macroeconómico y todo el dinero en efectivo que se encuentra al margen, creemos que la corrección no será muy profunda. Con el tiempo, es probable que la mayoría de las clases de activos se comporten mejor que el efectivo, especialmente con los tipos actuales. Y dado que es casi imposible calcular los tempos de los puntos de inflexión del mercado, creemos que es mejor participar en el mercado que no hacerlo, incluso bajo las condiciones actuales. Gracias a enfoques de inversión activos y conscientes del riesgo, los inversores pueden recolocar el efectivo con convicción y captar selectivamente diversas fuentes con potencial de rentabilidad, incluso cuando las preocupaciones sobre el futuro siguen sin disiparse.
Tribuna de Scott Krauthamer, vicepresidente senior y director global de Gestión de Productos y Estrategia de AllianceBernstein.
Las opiniones expresadas en esta columna no constituyen un análisis, asesoramiento de inversión o recomendación comercial, y no representan necesariamente las opiniones de todos los equipos de gestión de carteras de AB, además de estar sujetas a revisión con el paso del tiempo.