El esperado regreso del value vuelve a ser tendencia. Otro año más. Pero la simple reversión a la media no puede ser un argumento de inversión. Como inversores growth, buscamos una perspectiva de largo plazo. El crecimiento es una evolución, no un objetivo, a diferencia del argumento principal para el valor.
La rotación que se ha visto en las últimas semanas en los mercados ha sido de momentum a valor. En nuestro caso, no sólo nos mantenemos fieles al estilo growth, sino que buscamos un “enfoque más puro” de lo que se entiende por crecimiento. Por eso, hacemos un mayor hincapié en empresas de alta calidad, con buenos equipos directivos, balances sólidos y factores que protegen su crecimiento, unido a catalizadores estructurales. En 2020 vimos cómo este enfoque nos ayudó a reforzar la resistencia de nuestras carteras. Y en el arranque de 2021, esa fortaleza se está demostrando incluso en los momentos difíciles para el growth.
El repunte en las expectativas de inflación y en la rentabilidad de los bonos están favoreciendo a los sectores más cíclicos y a compañías sensibles a los tipos, que se habían quedado rezagadas en 2020. No es la primera vez que algo así ocurre en los últimos diez años. Frente a movimientos temporales, intentamos centrarnos en tendencias estructurales de largo plazo, como la demografía y la digitalización, a la hora de construir nuestras carteras.
Una de las claves es mantenerse fiel al estilo, a pesar del entorno del mercado. En plenas caídas por la pandemia, por ejemplo, existía claramente la tentación de rotar hacia sectores más defensivos del mercado, sobre todo en el primer trimestre. Sin embargo, en los momentos de mayor ruido es cuando se hacen más evidentes las ventajas de aplicar conceptos de inversión sencillos, como la orientación al largo plazo, la diversificación y el conocimiento profundo de las compañías en las que se invierte. Estos son principios básicos, los pilares sobre los que construir carteras de calidad en el largo plazo.
El año 2020 fue una prueba de fuego. La pandemia aceleró tendencias que ya eran claras para muchas de las compañías que tenemos en cartera. El auge de la digitalización, las compras online y otros cambios estructurales han hecho que muchas de nuestras expectativas a medio plazo se cumplieran antes de lo previsto. Nos centramos en compañías que ofrezcan buena visibilidad en cuanto a sus perspectivas de beneficios futuros y buscamos identificar vías de crecimiento estructural capaces de situar a nuestras empresas muy por delante del mercado en los próximos 3 o 5 años.
Tener un conocimiento profundo de las empresas es ahora más importante que en 2020. Todas las compañías se han visto afectadas de manera distinta, dependiendo de factores como los niveles de deuda, la flexibilidad de la cadena de suministro, la exposición geográfica o el poder tecnológico. Solemos mantener las posiciones en las empresas en las que invertimos durante una media de 10 años, lo que nos proporciona una ventaja para desarrollar un conocimiento profundo de su negocio a lo largo del tiempo. Aprendemos los matices de nuestras empresas y cómo piensan y actúan sus equipos directivos, de manera que podemos prever mejor cómo afrontarán los retos que tienen por delante.
La integración de los criterios ASG también nos proporciona nuevos puntos de vista y la posibilidad de establecer un diálogo activo con las compañías sobre sus objetivos y riesgos extrafinancieros. Con todos estos elementos, desarrollamos fuertes convicciones que constituyen un útil antídoto frente a las emociones cuando las acciones se desploman un 40% en tan solo unos días.
Los resultados de 2020 han validado esta visión. Nuestros fondos de renta variable europea y global growth han vuelto a batir al mercado. Mirando al futuro inmediato, la innovación será clave para impulsar una nueva etapa de crecimiento. Somos optimistas al ver lo que está ocurriendo con muchas de las compañías en las que invertimos, puesto que están desarrollando nuevos productos y servicios atractivos o mejorando procesos que refuercen su posición de dominio.
Pero, en el corto plazo, seguimos haciendo frente a una tragedia mundial, con un coste de vidas elevado cada día. Muchos equipos directivos son sumamente prudentes a la hora de ofrecer sus perspectivas para este año. A medida que avancen los meses y las temperaturas más cálidas reduzcan la propagación del virus y se vaya generando inmunidad gracias a la vacuna, la economía podría, en cualquier caso, fortalecerse más de lo que piensan los inversores.
Tribuna de Thorsten Winkelmann, director de Inversiones de Renta Variable Growth de Allianz Global Investors.