Integrar los factores medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) en las inversiones en deuda de mercados emergentes es un reto, pero seleccionando de forma responsable este tipo de activos los inversores pueden beneficiarse de fuertes rendimientos al tiempo que contribuyen a un mundo más sostenible, destacan desde NN Investment Partners (NN IP).
Cada vez más investigaciones académicas demuestran con datos que la mejora de las puntuaciones ESG aumenta los rendimientos ajustados al riesgo, pero es difícil para los inversores a menudo apreciar cómo se comportan los mercados emergentes. ¿Hasta qué punto están mejorando sus resultados en materia de ESG?
Desde NN IP han desarrollado ESG Lens, una herramienta para la integración de estos criterios en un amplio espectro de estrategias de inversión, que proporciona una única puntuación ESG para cada empresa o país, teniendo en cuenta una variada gama de puntos de datos.
En el análisis de la deuda soberana, la gestora constata que tres de cada cuatro mercados emergentes (56 frente a 16) están mejorando sus puntuaciones ESG. Entre los países que ya tenían un alto rendimiento y que progresaron rápidamente a lo largo de 2016-2019 se encuentran Armenia, Croacia, Georgia y Malasia, mientras que entre los que partían de una base baja y que mejoraron significativamente se cuentan Angola, Kenia, Pakistán y Papúa Nueva Guinea.
Centrarse en el viaje, no en el destino
Marcin Adamczyk, responsable de deuda de mercados emergentes en NN IP, subraya que el objetivo es observar la mejora o el deterioro de las calificaciones ESG, “lo que significa evaluar de dónde parten los países, dónde están hoy y cómo podría evolucionar este viaje”, es decir el camino por el que transitan y cómo podrían evolucionar.
En ese marco existen tres grandes retos. El primero es “el eterno problema de que los países que se encuentran en las primeras fases de desarrollo suelen tener los mayores déficits de financiación”. Necesitan capital para alcanzar sus objetivos de desarrollo social, pero como los inversores no siempre aprecian los avances, puede que esos fondos no lleguen. “Por eso hay que construir un marco específico para la situación de los mercados emergentes, que tenga en cuenta el camino que sigue el país y la situación actual. De lo contrario, si simplemente se excluye a estos países, se les niega el capital que necesitan para seguir mejorando”.
El segundo desafío es que los datos disponibles suelen ser antiguos, incompletos puede haber falta de transparencia. Por ello Adamczyk defiende la creación de los marcos adecuados y que el análisis se realice de manera frecuente. “Si se revisan sólo a intervalos anuales o bienales, se pierden las oportunidades que están surgiendo ahora o que surgirán pronto. También se impide recompensar a los países que están tomando medidas ahora, en lugar de hace tres o cinco años”, destaca. Su equipo introdujo la plena integración de los factores ESG en evaluaciones trimestrales, a través de puntuaciones propias de estabilidad y desarrollo. Y realiza una evaluación ESG semanal para todas las naciones de su universo, utilizando todas las herramientas de que disponen, incluidos big data y datos derivados de las redes sociales.
El último reto es la dificultad de encontrar un denominador común entre países tan diversos, un motivo más para realizar un análisis en base a un modelo propio, para asegurarse de que encaja bien con su proceso de inversión establecido, y porque puede adaptarse más rápidamente a un mundo cambiante.
ESG y riesgos
Los factores ESG pueden influir positiva o negativamente en los resultados financieros. “A nivel soberano, pueden afectar al crecimiento económico, las finanzas públicas y los costes de los préstamos, por ejemplo”, añade Adamczyk. “Por lo tanto, la integración de los factores ESG puede ayudarnos a gestionar el riesgo de forma proactiva y a identificar áreas de posible preocupación, así como oportunidades potenciales para garantizar una mejor rentabilidad de las inversiones”.
NN IP lleva integrando los criterios ESG en sus estrategias de deuda de mercados emergentes (DME) desde 1993 y ahora integra estructuralmente los tres factores (ambientales, sociales y de gobierno) en sus estrategias de DME de forma auditable.
Debido a las dificultades con los datos en los mercados emergentes, NN IP utiliza big data complementado con aportaciones cualitativas de sus analistas para producir registros de puntuación ESG a nivel de país que combinan por tanto evaluaciones cualitativas y cuantitativas. Una de las herramientas clave es ESG Lens, que utiliza datos soberanos y se basa en dos pilares fundamentales, el Indicador de Estabilidad ESG y el Indicador de Desarrollo ESG. Para analizar a las empresas, NN IP utiliza su EMD Corporate ESG Scorecard y su ESG Lens, en este caso con datos corporativos.
«La dificultad radica en la calidad de los datos y en la capacidad de analizarlos y llegar a las conclusiones adecuadas –indica Adamczyk-. Aquí es donde importa la experiencia: hay que ser capaz de evaluar los datos y establecer comparaciones entre países. De este modo, se puede recompensar a los que progresan y ser prudente frente a los que se deterioran. Sin embargo, es importante encontrar el denominador común en todos estos datos y hacerlos utilizables de cara al futuro. Ahí es donde entra la experiencia y la calidad de la gestión».