Russ Koesterich, estratega en jefe de Inversiones en BlackRock, apunta que las acciones experimentaron una baja la semana pasada tras casi haber alcanzado nuevos niveles récord la semana anterior, una movimiento que atribuye a que los inversionistas reaccionaron ante las noticias económicas negativas y ante algunos informes desalentadores sobre las ganancias. Durante la semana, el índice Dow Jones Industrial Average cayó un 2,1% y cerró en 14.547, el S&P 500 también cayó un 2,1% y cerró en 1.555, y el Nasdaq Composite cayó un 2,7% y cerró en 3.206. Los mercados de renta fija se mantuvieron relativamente estáticos, ya que el rendimiento de los bonos de referencia a 10 años del Tesoro disminuyó levemente del 1,72% al 1,70%.
Asimismo, apunta que los datos económicos de la semana pasada siguieron siendo desalentadores, debido a que algunos informes regionales del sector industrial presentaron indicios de debilitamiento. Asimismo, el jueves, cayó por primera vez desde agosto del año pasado el índice de los principales indicadores económicos de la Conference Board, lo que sugiere que, probablemente, continúe la desaceleración. «Si bien confiamos en que la economía estadounidense seguirá creciendo durante el 2013, el camino por recorrer no será sencillo, especialmente porque seguiremos observando los efectos de los recortes en los gastos relacionados con la reducción del presupuesto. Asimismo, estamos comenzando a ver los efectos del crecimiento más lento en las ganancias corporativas (la semana pasada, tanto Bank of America como IBM publicaron algunos resultados desalentadores, que repercutieron negativamente en los mercados). Incluso para aquellas compañías que muestran mejoras en las ganancias, dicho crecimiento proviene, en la mayoría de los casos, de la contención de costos, y no de mejores ingresos y mayores utilidades».
Inversionistas nerviosos adoptan una posición defensiva
Durante gran parte de los últimos meses, la volatilidad en los mercados accionarios se ha visto relativamente mitigada pero, finalmente, se está empezando a observar un cambio en ese aspecto. «Los acontecimientos horrorosos ocurridos en Boston contribuyeron a esta tendencia pero, incluso antes de las bombas, los inversionistas ya habían reaccionado ante el informe de China sobre un débil producto interno bruto durante el primer trimestre y ante los indicios de un crecimiento más lento en los Estados Unidos», puntualizó el analista.
En respuesta a los indicios de desaceleración en el crecimiento, Koesterich cree que los inversionistas están comenzando a adoptar una posición más defensiva y están cada vez más nerviosos respecto del estado de los mercados. Esto puede medirse observando el VIX Index, un medidor de la volatilidad en los mercados accionarios, también conocido como “índice del miedo”. Hasta hace poco tiempo, el VIX Index cotizaba cerca de los 11 puntos, un nivel bajo registrado a lo largo de varios años, lo que señalaba una sensación de inercia generalizada. La semana pasada, sin embargo, el VIX Index se disparó hasta los 18 puntos, cifra que se aproxima a su promedio histórico.
En el entorno actual, prosigue el estratega que siguen sugiriendo a los inversionistas sobreinvertir en las acciones, pero también creemos que tiene sentido considerar un posicionamiento más defensivo de la cartera. «Habiendo aclarado esto, recomendamos ser precavidos a la hora de orientarse hacia áreas del mercado que son tradicionalmente defensivas, como los sectores asociados a productos de primera necesidad y servicios públicos, los cuales se ven extremadamente costosos. Asimismo, recomendamos ser cautelosos en cuanto a las acciones de baja capitalización, dado que se ven más vulnerables en períodos de crecimiento más lento y de mayor volatilidad. En cambio, seguimos sosteniendo que hay que centrarse en acciones de megacapitalización (que últimamente han tenido un rendimiento superior). En los mercados de renta fija, mantenemos nuestra opinión favorable respecto de los bonos municipales».
No hay que renunciar al oro
Las acciones no son la única área del mercado que ha sufrido mayor volatilidad últimamente. Los inversionistas han sido testigos de una intensa venta generalizada del precio del oro durante las últimas dos semanas. Entre el 9 de abril y el 15 de abril, el oro cayó más del 17%, aunque desde entonces, se ha recuperado un poco el precio (el metal precioso ahora se negocia a unos $1.400 por onza).
«Por lo pronto, no tenemos una opinión sólida respecto de la dirección que tomará el precio del oro a corto plazo y tampoco podemos decir que el oro ha tocado fondo. Resulta particularmente difícil determinar los niveles de valoración del oro, dado que el oro no tiene un flujo de efectivo que pueda descontarse. Además, es difícil evaluar la dinámica de la oferta y la demanda, puesto que la demanda práctica e industrial del oro es muy baja», explicó.
Por último, considera que puede resultar conveniente conservar pequeñas cantidades de oro en una cartera a largo plazo. «El oro, por ser un activo físico y una fuente de valor histórica, sigue siendo una importante fuente de diversificación, dado que suele comportarse de manera distinta a los activos en papel. Además, el oro históricamente ha tenido un buen desempeño cuando las tasas de interés son bajas, como ocurre actualmente. Mientras los bancos centrales mantengan una postura flexible respecto de política monetaria, debería mantenerse el precio del oro. En este contexto, creemos que los inversionistas que poseen oro por sus beneficios de diversificación o como cobertura contra la inflación deberían conservarlo», concluyó.