Durante la década pasada, los inversionistas extranjeros jugaron un papel muy importante en el mercado local de renta fija, particularmente, como inversionistas en bonos de tasa nominal y en Cetes. En algún momento de 2014 llegaron a tener el 70% de todos los Cetes en circulación, y casi el 40% de todos los bonos nominales de largo plazo. El extranjero tenía un apetito enorme por deuda denominada en pesos, y no era para menos: durante el sexenio pasado, y de cara a las tan esperadas reformas estructurales, México vivía lo que en el extranjero se conocía como “MeMo” (Mexican Moment). Los capitales entraron de manera importante al país y el furor duró algunos años, para después, por una serie de temas que no abordaré aquí, empezarse a desvanecer.
A pesar de que dentro de LATAM México siempre se ha caracterizado por estar a la vanguardia en los mercados de capitales (por ejemplo, fue el primer país en la región que logró colocar un eurobono con vencimiento a 100 años, y tuvieron que pasar 12 años para que otro país de la zona lograra colocar el suyo (Perú en 2020)), la inversión extranjera fue menguando lentamente, y la llegada de la pandemia aceleró el proceso.
Si bien la salida de extranjeros de deuda local en mercados emergentes fue generalizada a raíz de la crisis detonada por el COVID-19, en los últimos meses de 2020 los capitales empezaron a regresar a la mayoría de los mercados en desarrollo. Sin embargo, uno de los grandes ausentes en esta recaptación de capitales ha sido México. Si bien los flujos empiezan a entrar de manera ordenada a mercados emergentes, México ha sido incapaz de montarse en esa ola, y su captación los últimos 3 meses ha sido prácticamente nula.
Este comportamiento está muy lejos de ser aleatorio, y creo que responde a una serie de factores que a continuación detallaré.
Crecimiento económico
El bajo crecimiento económico parece ser un detonante de salidas de capital en deuda local (Gráfica 3). Esto podría entenderse debido a que la calificación crediticia del país esta muy ligada al desempeño económico. Si bien México es un país que, en décadas pasadas, creció a tasas bajas en comparación a otros mercados emergentes, el crecimiento solía ser constante y estable. Esto, aunado a la disciplina fiscal de los últimos 20 años, ayudó a que México fuera aumentando su calificación crediticia.
Sin embargo, a raíz de 2018 la perspectiva económica fue menguando, y la crisis de 2020 puso la mesa para que las salidas de capital se aceleraran. Hasta aquí, nada muy distinto de lo que pasó en el resto de los mercados emergentes. Sin embargo, las perspectivas de crecimiento económico hacia futuro son bastante más complejas para México que para el resto de los emergentes. La razón más importante: falta de estímulos.
En este sentido, dada la debilidad económica que se espera en México los siguientes años, la entrada de capitales a deuda local no se ha reanudado en el país, y, yendo un poco más lejos, podríamos pensar que se ve lejos el momento en que regresarán.
Tasas menos atractivas
Otra razón que podría detener la entrada de capitales a México es que las tasas mexicanas se han vuelto menos atractivas para el inversionista global. Hace menos de 2 años, México pagaba una tasa real de 4% y, actualmente, México está pagando una tasa real de 0.7%. Una reducción muy importante. Además, si Banxico sigue con su política monetaria acomodaticia, y decide bajar la tasa 1 o 2 veces más, las tasas reales mexicanas se volverán negativas para cierre de año. Un cambio muy significativo en un lapso bastante corto.
Por otro lado, las tasas globales han estado subiendo las últimas semanas siguiendo a las tasas de EE.UU. (el TNote de 10 años ya tocó el 1.35%). De hecho, en poco menos de 2 meses, el monto de bonos que paga tasa negativa paso de US$18 billones a US$14 billones.
Estos dos efectos, tasas reales mexicanas menos atractivas, y tasas globales más atractivas, son el escenario perfecto para que el inversionista global deje de voltear a ver a México como un destino de atractivo de inversión en renta fija, y dirija su atención a otros mercados.
Conclusión
Que no nos extrañe que la tenencia de extranjeros siga bajando en México, lo cual podría tener repercusiones importantes en la composición del endeudamiento del país.
Hay que recordar que la desinversión que se dio el año pasado orilló a la SHCP a cambiar la composición del déficit durante 2020, sesgando mucho más el endeudamiento a fuentes externas en lugar de internas, es decir, incrementó el endeudamiento externo con la finalidad de que un exceso de oferta de deuda local (inversionistas extranjeros vendiendo sus posiciones en deuda local más SHCP emitiendo bonos locales) no desestabilizara el mercado interno.
Este año, la SHCP ha anunciado que incrementará la emisión de bonos locales, sin embargo, si los extranjeros siguen con su tendencia de vender deuda local, la SHCP tendrá que repensar, de nuevo, su estrategia de endeudamiento para este año, aumentando así, la dependencia del país a la deuda externa.
Luis Gonzali, CFA. VP/Co-Director de Inversiones en Franklin Templeton México