México continúa avanzando en la senda de la reforma de la mano de su presidente, Enrique Peña Nieto, quien recientemente presentó las propuestas fiscales del gobierno. Las reformas laboral, educativa, financiera, energética y de telecomunicaciones se encuentran ya en distintas fases del proceso legislativo. Según el ministerio mexicano de Economía, el conjunto de estas reformas colocará a la economía en la dirección correcta para lograr un posible crecimiento anual del PIB (producto interior bruto) superior al 5 %.
Las reformas fiscales no constituyen la revisión integral del código fiscal que muchos habrían querido y que resulta necesaria para reducir la dependencia del gobierno de los ingresos procedentes del petróleo. No obstante, la implantación de más cambios audaces —como gravar con un impuesto sobre el valor añadido (IVA) a las actividades de la economía sumergida para incrementar la recaudación— no se ganaría el favor de la población y podría correr el riesgo de crear trabas fiscales en un momento en que la economía vive una situación delicada. A largo plazo, se precisarán nuevas reformas pero, para garantizar que se mantenga el impresionante dinamismo que ha propiciado el Pacto por México (suscrito por los principales partidos políticos) y que se apruebe el proyecto de ley energética, el gobierno está pecando de cauto en lo que a esta última reforma respecta.
Aunque la repercusión de estos cambios en las empresas mexicanas es gravosa a corto plazo, genera grandes oportunidades a largo plazo. El incremento de la productividad mejorará la estructura de costes de los sectores con gran densidad de mano de obra, el aumento de la contratación impulsará el consumo interno y la propuesta de apertura del sector energético junto con otros planes de infraestructuras traerán consigo un ahorro de energía, además de oportunidades de inversión. No obstante, estas reformas tienen un precio, dado que también estimularán la competencia en algunos sectores y, por tanto, sólo las empresas más hábiles podrán aprovechar esta oportunidad.
Nicholas Cowley, gestor de inversiones de mercados emergentes internacionales