Muchos de los inversionistas con los cuales me siento a hablar sobre su estrategia de inversión me dicen: “yo estoy bien diversificado, pues tengo acciones y bonos”. Y cuando se refieren a acciones y bonos, están diciendo, tengo acciones en mi país y bonos en mi país. Y la respuesta que les tengo que dar, no es muy alentadora: “usted no tiene diversificación, usted tiene una bomba de tiempo”.
Durante los últimos 10 años, los inversionistas en cualquier país de América Latina se acostumbraron a que invertir en sus activos locales iba a dar ganancia de cualquier manera. En términos gráficos, era como encontrar petróleo en Arabia Saudita. Sin embargo, con el cambio de las condiciones que se debe presentar en los próximos años, esto quizá ya no sea cierto. Y ahí es cuando los asesores financieros tienen un reto gigante, pues la obligación pasará por estructurar para sus clientes portafolios de inversión que efectivamente aguanten las épocas turbulentas que se están viviendo.
Mi experiencia me ha demostrado que los activos locales en los países de América Latina, se mueven en una misma tendencia, o lo que es igual, tienen una correlación muy alta. Esto, es bueno cuando las cosas suben, porque magnifican los retornos; pero es malo cuando las cosas no van bien, porque incrementa las desvalorizaciones. El único activo líquido que tiene un movimiento contrario es el dólar norteamericano.
Sin embargo, los problemas comienzan cuando se le menciona a un Asesor Financiero que le recomiende a su cliente invertir en dólares. La respuesta más común con la que me encuentro es del estilo de “¿invertir sin un activo subyacente que rente un poco más?”, seguida por “¿cómo le voy a recomendar a un cliente dólar si eso ha caído durante los últimos 10 años?”. En ambos casos, infortunadamente, están viendo lo que no es, basándose en la historia y dejándose sesgar por resultados pasados. Esto, de paso, es un problema puro de Behavioral Finance.
Repito, hasta volverme aburrido: existen desequilibrios en algunas variables macroeconómicas en América Latina que justificarían un salto en el precio de la divisa en los próximos años. A mí me sigue pareciendo que somos muy similares a Tailandia en 1996, así digan que no. Y miren lo que le pasó al Sudeste Asiático un año después.
En vista de la relación entre activos locales y moneda, en lo que nos hemos enfocado recientemente es en buscar diversificar de una manera efectiva: manteniendo activos locales, pero con un componente puro de moneda y algo de inversión en acciones internacionales, las cuales serán las grandes beneficiadas en los próximos años. Este portafolio le permite al inversionista exponerse a varias cosas al tiempo, disminuyendo el riesgo y guardando una estabilidad muy buena en sus rentabilidades: si hay un problema con los activos locales, lo amortigua la moneda; si los activos locales recuperan espacio temporal, tienen una inversión en ellos; y se ganan la exposición a las acciones internacionales, que deben ser las de mejor desempeño en la próxima década.
No hay porqué convertir a las inversiones en una tragedia. Pero si es necesario, como lo he mencionado anteriormente, que cambiemos el chip, pues tuvimos una década que no es reflejo de lo que podrían ser los próximos años.
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