La división salomónica de activos del antiguo Banco Espírito Santo tendrá consecuencias en el negocio que la entidad tiene en Estados Unidos. Mientras la oficina de Nueva York sería considerada como negocio estratégico y pasaría al recientemente creado Novo Banco, entidad capitalizada con 4.900 millones de euros de las autoridades portuguesas y europeas, el negocio del banco en Miami no correría la misma suerte.
Según han confirmado fuentes del banco a South Florida Business Journal, la sede de Miami del banco cae en la categoría de «banco malo», por no ser ya «un activo estratégico» y formaría parte de Espírito Santo, es decir, los activos en manos de los actuales accionistas que podrían ponerse a la venta.
En Novo Banco, la entidad “buena”, capitalizada y con cambio de nombre, estará formada por el negocio de depósitos a clientes minoristas en Portugal y otros países, así como sus oficinas en Londres y Nueva York. El banco malo, que se quedará con el nombre de Espírito Santo, aglutinará los créditos morososos ligados a la matriz del del banco, su entidad problemática en Angola y su banco con sede en Miami.
Luis Maximo dos Santos habría sido nombrado por el Banco de Portugal para liquidar estos activos «malos», según el diario de Florida. Activos que quedan a ese lado del banco por no ser considerados estratégicos para la compañía portuguesa, a pesar de que algunos expertos hablan de que su negocio es saludable y cuenta con una importante clientela.
En España…
En cuanto al negocio del antiguo BES en España, se queda en el banco bueno, o Novo Banco. Desde BES aseguran que la actividad de los 75.000 clientes, 460 empleados y 35 oficinas del banco en España no se verá afectada negativamente ya que pasará automáticamente a Novo Banco.
Con todo, hay que tener en cuenta que Novo Banco es un banco puente, que también se pondrá a la venta para que los que ahora le han capitalizado (el Fondo de Resolución Bancaria de Portugal –que ha aportado 500 millones- y la UE –con 4.400 millones-) puedan recuperar el capital en un plazo de dos años, y la operación carezca de consecuencias para los contribuyentes.