Cuando se habla del mercado de deuda de alta rentabilidad viene a la mente una palabra: burbuja. Las rentabilidades se han comprimido en los últimos años y los precios han subido, lo que deja en el aire la duda de si el activo está afrontando un momento de sobrevaloración en el que debería primar la cautela. Pero Stephen Baines, gestor de high yield de Kames Capital, descarta una situación como tal y explica, en esta entrevista a Funds Society, por qué no se puede hablar de una burbuja.
“Es cierto que se ha producido mucha compresión de diferenciales debido a la caída de la rentabilidad de la deuda pública, y debido al deseo de los inversores de reducir el riesgo de sus carteras ante la crisis financiera y ante su puesta en precio de un entorno con bajo crecimiento e inflación”, explica, indicando que el componente de rentabilidad en la deuda high yield derivado de los tipos de interés puede estar, efectivamente, prácticamente agotado. Pero, con respecto al segundo componente, el de los diferenciales de crédito, la compresión no ha sido tan fuerte y, frente a los defaults, hay aún potencial de obtener una compensación adicional. “Los diferenciales de crédito han estado en niveles más bajos en los ciclos pasados cuando la posibilidad de quiebra permanece baja”, comenta. Además, y aunque los precios estuvieran relativamente altos, el gestor cree que sería complicado ver una burbuja en el activo debido a sus cortos vencimientos.
Sin embargo, y a pesar de descartar la burbuja, sí tiene claro que las rentabilidades de doble dígito del high yield en los últimos años son parte del pasado y espera que este año ofrezca retornos de un solo dígito en el rango medio. A principios de año sus cálculos apuntaban a rentabilidades de entre el 4% y el 7%, gran parte de las cuales se han alcanzado en cinco meses, y no es partidario de revisar las cifras, pues cree que terminarán el año en este rango.
“No hay una burbuja pero el estado del ciclo de crédito más la situación de los tipos de interés hacen pensar que no se alcanzarán retornos de doble dígito sino que lo más probable son rentabilidades de una sola cifra”, resume. Por eso es positivo con el activo a medio plazo, para los próximos doce meses.
El gestor también matiza que el mercado no es uniforme y, en ese sentido, señala que las empresas con rating CCC están particularmente sobrevaloradas actualmente y su rentabilidad no compensa por el riesgo de default. Baines es uno de los gestores a cargo del fondo de high yield global de Kames Capital, el Kames Capital HY Global Bond en el que prefieren mayores calidades, como B o BB. Aunque no le gustan especialmente los llamados ángeles caídos o fallen angels (porque no le gusta apostar contra la reestructuración de compañías en declive ante procesos de concentración en sectores como el de las telecomunicaciones o el automovilístico), sí hay otras historias que considera más atactivas, nombres de líderes de alcance mundial y que se encuentran en proceso de saneamiento de sus balances, como Heidelberg Cement o Lafarge, aunque no los tiene en cartera.
EE.UU. frente a Europa
Baines es uno de los gestores a cargo del fondo de high yield global de Kames Capital, el Kames Capital HY Global Bond, un fondo que selecciona deuda empresarial de alta rentabilidad con una perspectiva puramente bottom-up y con flexibilidad para invertir hasta un 20% en nombres con calidad CCC, la peor del activo, y tener hasta un 20% en liquidez, algo que ahora no hace. Y con un alcance de selección global, lo que le ofrece más oportunidades para elegir, teniendo en cuenta que Europa solo supone un 20% del mercado de high yield global y el estadounidense es cinco veces mayor y más líquido. Quizá por eso también vislumbra más oportunidades en el mercado americano, que cree mejor valorado en este momento. “El mercado ya ha puesto en precio una significativa parte de las restricciones monetarias”, explica, indicando que el bono a 10 años ofrece yields del 2,4% frente al 1,5% del Bund alemán, y que las rentabililidades del activo compensan más por el riesgo asumido.
Además, no está preocupado por futuras medidas de restricción monetaria, como las subidas de tipos, puesto que “los estudios muestran que el high yield está más correlacionado con las acciones que con la deuda pública”, y en algunos casos del pasado el high yield en EE.UU. ha tenido una correlación negativa con los bonos del Tesoro. “Si los tipos suben porque la economía va bien, eso beneficia al high yield”, apostilla. Con todo, considera que los bancos centrales mantendrán unas políticas monetarias laxas que seguirán llevando a los inversores hacia los activos de riesgo, como el high yield.
De hecho, en un buen entorno económico, el activo puede ofrecer la misma rentabilidad que las acciones, pero con menor volatilidad. Por eso tampoco tiene miedo de una gran rotación desde el high yield a las acciones: de hecho, frente a los últimos datos en Europa que mostraban unas suscripciones más débiles hacia el activo, cree que es muy pronto para aventurar una tendencia en este sentido.
Duraciones de entre cinco y diez años
Con respecto a las duraciones cortas en el activo, no es demasiado partidario. “En los últimos años los inversores han buscado una versión del high yield de menor riesgo y que les protegiera contra la subida de tipos, apostando por las duraciones cortas, pero realmente no ofrecen demasiada protección, el riesgo de crédito no es menor, y la rentabilidad es más baja”, dice, comparando el activo con los cigarrillos light. Por eso apuesta por el espectro de vencimientos medios, de entre cinco y diez años, descartando también aquel de vencimientos superiores a una década.
Posiciones en España
El fondo tiene también algunas posiciones españolas en cartera: según Baines, dos nombres: Grupo Antolin y Gestamp, ambos fabricantes de piezas para los automóviles que proveen componentes de alto valor a una base diversificada de clientes. “Cada nombre está apalancado de forma conservadora y se beneficia de su exposición a un mercado global automovilístico con signos de mejora”, apostilla.
El fondo fue registrado en España en septiembre de 2013, cuando la gestora aterrizó en el mercado de la mano de dos fondos: el Kames High Yield Global Bond Fund y el Kames Strategic Global Bond Fund. Recientemente, amplió su gama en España a un tercer producto, Kames Absolute Return Bond Fund; todos cuentan con una atractiva relación entre rentabilidad y riesgo.