Mañana, 18 de septiembre, es un día histórico para Reino Unido: 4,3 millones de escoceses votarán a favor o en contra de la independencia de la región en un referéndum en el que sólo se necesita un mayoría simple para dar como victorioso al sí o al no y, en el primer caso, comenzar los trámites que llevarán a ese camino.
La mayoría de gestoras de activos considera que ganará el No, y que Escocia seguirá dentro de Reino Unido, si bien en las últimas encuestas el apoyo al Sí ha aumentado considerablemente. “Nuestra visión es que Escocia votará No. Al escenario de un referéndum a favor, le damos una probabilidad del 20%. A pesar de las encuestas recientes, un resultado a favor de la independencia nos pillaría por sorpresa”, comentan desde Pioneer Investments.
En la gestora contemplan tres escenarios: que no se alcance un resultado porque no haya suficientes votantes, lo que implicaría una incertidumbre en los mercados financieros hasta que se convocara otro referéndum; un voto en contra que no tendrá implicaciones para los mercados financieros; y un voto a favor que implicará una transición larga y lenta en favor de una Escocia independiente y que podrá tener consecuencias profundas para los mercados financieros. La entidad cree que la volatilidad continuará en el corto plazo en los mercados de renta variable y de divisas, aunque confía en que ganará el no.
La hipótesis básica de ING IM también sigue siendo que se impondrá el No y que Reino Unido mantendrá su integridad. Para Russ Koesterich, estratega jefe de Inversiones de BlackRock, habrá una estrecha victoria del No, con el consiguiente mantenimiento de Escocia dentro del Reunido Unido. Si gana el sí, los inversores tendrán que prepararse para la incertidumbre en toda la Unión Europea.
Desde Fidelity WI también consideran que es más probable un voto en contra por varios motivos: en primer lugar, solo una encuesta, de todas las que ha habido, ha indicado una muy victoria del sí, y además muy estrecha. “Aunque se ha dado un momento más favorable a favor de la independencia, los datos de todas las encuestas indican que el no es la respuesta más probable”. En segundo lugar, en respuesta a ese momento más favorable a la independencia, el Gobierno británico ha ofrecido nuevos niveles de autonomía y sin precedentes a Escocia, lo que puede ayudar a convencer a los votantes para rechazar el camino de la independencia. En tercer lugar, y, en parte como resultado de la histeria creada en los medios sobre las consecuencias del voto a favor de la independencia y también como resultado de las nuevas ofertas de autonomía, los indecisos podrían votar por la opción de menor riesgo, la de mantener el status quo –tal y como ocurrió en Quebec en 1995.
Las implicaciones de una potencial independencia
A pesar de ese consenso en torno a una respuesta negativa, en las últimas encuestas el apoyo al sí ha aumentado considerablemente y, como respuesta, la libra esterlina y las expectativas de alzas de tipos de interés se han desplomado en previsión de la incertidumbre económica y política que generaría un resultado favorable a la independencia.
Fuente: Fidelity WI.
En Pioneer creen que la principal preocupación de un voto a favor gira alrededor de la gestión de la política monetaria y de la divisa y sus consecuencias, al igual que en Fidelity. Las opciones para Escocia serían una unión de divisas con Reino Unido, permitiendo a Escocia seguir usando la libra; un uso unilateral de la libra, sin coordinación con Reino Unido; la adopción del euro, o la adopción de una divisa propia, algo que conllevaría más riesgo.
Desde el punto de vista de la inversión, Fidelity cree que el sí a la independencia sería negativo para los activos de riesgo británicos, para las financieras, aseguradoras o gestoras de activos, escocesas (y bancos británicos con exposición a activos escoceses) y para la renta fija británica y la libra esterlina. Sin embargo, también podría haber algún punto positivo: la debilidad de la libra podría ayudar a la competitividad de las empresas británicas –con más de dos tercios de sus ventas fuera-, según comenta Paras Anand, responsable de Renta Variable Europea de Fidelity, y además, la situación de incertidumbre haría que el Banco de Inglaterra mantuviera los tipos bajos por más tiempo, algo positivo para la deuda pública del país.
“Si gana el sí, la situación podría complicarse aunque aun así favorecemos la libra frente al euro”, dice Trevor Greetham, director de Asignación de Activos de Fidelity. En previsión de la victoria del no, Pioneer también está largo en libra esterlina frente al euro, aunque manteniendo cobertura en el mercado de renta variable en previsión de una mayor volatilidad.
Para ING IM, un voto positivo implicará la redistribución de la deuda pública (Escocia representa un 8% del PIB británico), de las reservas de petróleo del Mar del Norte y un acuerdo sobre las divisas. En este último sentido, Jaco RouwCore, gestor de la entidad, considera que la libra se fortalecerá si el voto es negativo –al reducirse la incertidumbre- y se debilitará si el voto hacia la independencia es positivo, sea cual sea la fórmula que adopte Escocia (ya sea una divisa independiente, un uso de la libra de acuerdo o no con Reino Unido o la adopción del euro). ¿Los motivos? Reino Unido contará con menos petróleo del Mar del Norte y tendrá que realizar más importaciones, lo que afectará a la divisa; si bien, en cualquier caso, de mantenerse el crecimiento en Reino Unido, el potencial de depreciación será limitado.
Implicaciones para Cataluña
Para Laura Sarlo, analista de deuda soberana europea en Loomis, Sayles & Company (de Natixis GAM), en el caso de un voto positivo, los más afectados serían los bancos británicos y la deuda pública, y también podría haber un movimiento de depósitos, pero aun así no contempla “un impacto material en los bancos”. También ve una potencial mayor volatilidad en el mercado de bonos pero no sería un evento de crédito negativo para la deuda pública, pues cree que Reino Unido mantendría la calificación doble A.
Pero además, el voto positivo tendría implicaciones para el caso catalán, que podría votarse también en referéndum en próximo mes de noviembre, aunque con distintos escenarios, puesto que Cataluña supone un 20% del PIB español, frente al 8% escocés frente a Reino Unido, lo que podría tener más implicaciones en los activos españoles, dice Sarlo.