El primer ministro británico, David Cameron, anunció el sábado la fecha en la que se llevará a cabo el referéndum nacional sobre la pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea. Será el próximo 23 de junio. Aunque la salida del Reino Unido parece poco probable, los expertos estiman que notaremos los efectos de la incertidumbre en los mercados. El anuncio se produjo tras dos jornada de intensas negociaciones en la cumbre Europea celebrada en Bruselas el jueves y viernes destinadas a ofrecer a los británicos un acuerdo que redefina el papel del país dentro de la UE y evite el temido ‘Brexit’.
Tras conseguir un limite de acceso a los beneficios sociales de los trabajadores comunitarios, Cameron regresa a Londres con un documento que le permitirá hacer campaña por el sí en los próximos cuatro meses. Pero los sondeos apuntan a un resultado ajustado entre los partidarios del sí y del no.
Para Paul O’Connor, co-responsable del área de Multi-Activos en Henderson Global Investors, la población británica no está en absoluto involucrada en el debate. “Llegados a este punto, nuestra hipótesis de base sigue siendo que la opción de la permanencia ganará apoyos cuando la campaña se inicie en serio y buena parte del Partido Conservador se unirá al bando del primer ministro, los otros grandes partidos políticos y el sector privado en defensa de la permanencia del Reino Unido en la UE”.
Con todo, O’Connor recuerda que existen numerosas amenazas para esta hipótesis. Cualquier acontecimiento que socave la estabilidad de la UE podría hacer que los votantes se decantaran por la salida. “La crisis de los refugiados probablemente sea el mayor riesgo a este respecto”, explica.
“El crecimiento de Reino Unido se puede haber ralentizado, pero con tasas de crecimiento de entorno al 1,5-2%, no es un desastre. El problema real para los inversores ahora es un problema de confianza. El Brexit preocupa, tal y como hemos visto con el debilitamiento de la libra, y no ayuda a los inversores a decantarse por Reino Unido como destino de sus activos. Esto contrasta con su papel histórico de refugio seguro para los inversores. A corto plazo al menos este estatus va a sufrir”, cree Richard Buxton, responsable de renta variable de Reino Unido en Old Mutual Global Investors.
“Un resultado a favor de la salida de la UE podría suponer que los inversores estuvieran menos dispuestos a financiar el gran déficit por cuenta corriente del Reino Unido, lo que haría peligrar su reciente estabilidad económica. Ese golpe podría ocasionar una reacción adversa en cadena, con una fuerte caída de la libra esterlina, un deterioro de la trayectoria de crecimiento del PIB y un posible aumento del riesgo nacional, entre otras consecuencias fundamentales”, explica Michael Clements, gestor de los fondos Oyster European Opportunities y Oyster European Selection de SYZ AM.
La libra, sufriendo
Pero lo que de verdad está notando los efectos del debate es la libra esterlina, que desde principios de noviembre ha sido la divisa de los países del G10 que peor ha evolucionado. De hecho, cayó la semana pasada a su nivel más bajo frente al euro en un año, pese a la mejora de los datos económicos.
El descenso de las previsiones de tipos de interés (probablemente influenciadas por la caída del precio del petróleo) parece ser el motivo de este peor comportamiento, apuntan los expertos de Schroders, Keith Wade, economista jefe, Azad Zangana, economista europeo, y Craig Botham, economista de mercados emergentes. “Aunque parte de las ventas sufridas por la libra podrían deberse al desafío que plantearía un «Brexit», creemos que existe margen para una nueva depreciación si los riesgos aumentaran”, afirman en su último análisis de mercado.
“La preocupación por la posibilidad de una salida y un próximo referéndum sobre el asunto han lastrado la moneda. La economía doméstica, sin embargo, se está recuperando, y el desempleo tocó en diciembre mínimos de una década en el 5,1%”, confirman los analistas de Legg Mason.
Pero, por el momento, el problema real frente a los inversores del Reino Unido es uno de confianza. Porque las preocupaciones por el Brexit, que actualmente se manifiestan en una libra más débil, no son útiles para los inversores extranjeros que deciden invertir en el Reino Unido. Históricamente, el Reino Unido se ha visto como una especie de refugio para los inversores. Al menos en el corto plazo esa condición está siendo desafiada.