La suerte que corran los mercados financieros en 2016 se verá fuertemente influenciada por factores políticos, de acuerdo con BNY Mellon Investment Management. Ahora que finalizamos un año donde asistimos al récord histórico del FTSE 100 antes de que los efectos del «lunes negro» hicieran acto de presencia, los expertos de Insight, Newton y Standish (todas gestoras especialistas de BNY Mellon) nos ofrecen sus impresiones sobre la suerte que correrán las economías mundiales en 2016.
Rowena Macfarlane, analista de deuda soberana en Standish, parte de BNY Mellon, afirma: “El núcleo europeo se ha recuperado a un ritmo más rápido que los estados de la periferia, y se ha polarizado la política europea a consecuencia de la incertidumbre económica». Planea sobre la Unión Europea la posible salida del Reino Unido, con Francia y Alemania mostrando sus preferencias por que se celebre el referéndum en 2016, y no en 2017, año de sus respectivas elecciones presidenciales y federales.
«En 2015 pudimos ver cómo los partidos independentistas catalanes encabezaban otro movimiento separatista. Nuestra previsión es que la cuestión separatista continúe generando titulares en España. No nos preocupa demasiado el impacto que puedan tener las situaciones respectivas en los mercados de bonos: la volatilidad durante el periodo previo a las elecciones catalanas estuvo en consonancia con los riesgos potenciales que presentaban y, en ese sentido, tras los resultados electorales, la diferencia negativa de rentabilidad de los bonos españoles respecto a los italianos se esfumó.
También es probable que el debate sobre la salida de Grecia vuelva a surgir en 2016. Ello se debe a que las condiciones del rescate que acabó por aceptar finalmente el gobierno griego exigen más austeridad y recortes de gasto, medidas que resultarán impopulares cuando haya que aplicarlas».
Echando un vistazo a Latinoamérica y Brasil, país que albergará los Juegos Olímpicos de 2016, Colm McDonagh, director de deuda de mercados emergentes en Insight, parte de BNY Mellon, advierte: «Los problemas se han repetido en cuestiones relativas a la estabilidad del panorama político brasileño. En los últimos tres años, la moneda de Brasil se ha depreciado alrededor del 50% en relación al dólar. Contar con una moneda más débil no tiene por qué ser una ayuda para Brasil, país que posee un historial de alta inflación y un margen limitado de maniobra.
Por otro lado, México, con una fuerte dependencia de la política fiscal y monetaria de EE.UU., cuenta con una moneda flexible y probablemente afronte con mucho mayor éxito que Brasil los problemas de los mercados emergentes. Los legisladores mexicanos se encuentran entre aquellos de Latinoamérica cuyos tipos de interés siguen la sintonía marcada por EE.UU. La progresividad de las subidas de tipos de EE.UU. determinará el impacto que tengan en Latinoamérica, donde no parece que vaya a influir significativamente una progresión alcista inferior a los 150-200 puntos básicos».
Continuando con el tema de EE.UU., James Harries, responsable de la estrategia del fondo BNY Mellon Global Income Fund, afirma que es la primera vez en diez años que sobrepondera EE.UU. «Estamos asignando activamente capital a EE.UU. Para alguna gente esto podría suscitar controversia, ya que se trata del mercado más caro del índice. Pero seguimos encontrando ideas de inversión que han sido injustamente penalizadas o infravaloradas por diferentes causas y que pensamos que cuentan con la estrategia empresarial correcta para poder recuperarse».
«El fracaso de la Reserva Federal de EE.UU. a la hora de normalizar la política monetaria tras siete años de tipos nulos podría ser el detonante obvio para que los inversores cuestionen la eficacia de la EC (expansión cuantitativa) y, por tanto, la credibilidad de los bancos centrales. Los datos empíricos sugieren que, en la práctica, la política monetaria heterodoxa tiene un efecto deflacionista, no inflacionista, como se refleja en la disminución continuada de la velocidad de circulación del dinero y del poder de fijación de precios de las empresas. En otras palabras; hemos asistido a lo contrario de lo que estaba previsto. Estas políticas no están exentas de costes; las consecuencias negativas inesperadas a menudo pesan más que los beneficios a corto plazo».
«Es difícil saber cuáles serán las consecuencias últimas de los tipos de interés bajos, pero es muy probable que su impacto se vea amplificado por un incremento en el apalancamiento y por el peligroso desajuste existente entre los activos de riesgo y los titulares de estos activos de riesgo. Esto causará volatilidad en lugares inesperados. Si la actividad económica continúa cayendo, los impagos probablemente vuelvan a subir. En un entorno desvirtuado por la política de los bancos centrales, en el que los bancos de inversión almacenan menos riesgo, la liquidez podría ser el factor clave por encima de la solvencia bancaria, como fue el caso de 2008».