En los mercados desarrollados y emergentes, una mayoría de economías están emitiendo señales de mayor fortaleza de cara a los próximos meses. Siguiendo la estela de EE.UU., que se ha convertido en una locomotora para el crecimiento mundial, grandes economías como Canadá, México, Reino Unido, España, los Países Bajos y Suecia se preparan para apretar el acelerador durante los próximos meses. Además de estas economías, un nutrido grupo de países de Asia, con China e India a la cabeza, mantendrá su senda de crecimiento constante y contribuirá considerablemente a un dato de crecimiento mundial que rondará el 3,6% para 2015. “Habrá una aceleración del crecimiento con respecto a 2014, con el efecto arrastre de EE.UU., con el crecimiento mayor de la década. No habrá recesión”, explicaba ayer en una presentación con periodistas en Madrid Alberto Spagnolo, director de inversiones de Julius Baer para Iberia.
A esta buena marcha contribuirá la caída del petróleo, un factor “muy positivo” para los países industrializados y también algunas economías emergentes, sobre todo las asiáticas, que son importadoras netos de crudo. Aunque en un principio la caída generó volatilidad en los mercados financieros y tiene un impacto negativo sobre la inflación y también sobre algunos países productores, “una energía más barata será un factor positivo en el largo plazo, y sus efectos sobre el crecimiento no deberían tardar en manifestarse”.
Como consecuencia del abaratamiento de la energía, Julius Baer ha revisado sus previsiones de inflación para 2015 a niveles por debajo del 1% en la mayoría de economías desarrolladas. Sin embargo, desde la entidad recalcan que se tiende a una estabilización de los precios del crudo, por lo que esta caída en las expectativas de inflación debería ser puntual, y se podría ver una vuelta a niveles anteriores a la caída en 2016. “El crudo ha ya caído lo que tenía que caer y no ha sido por falta de demanda sino por exceso de oferta, pero la producción ya se está ajustando a la baja”, dice. En su opinión, el precio podría estabilizarse en torno a los 65 dólares.
Los expertos del banco suizo consideran que con la paulatina recuperación de la economía los beneficios de las compañías seguirán mejorando, sobre todo en EE.UU. El crecimiento de beneficios anual para las compañías americanas en 2014 se situará en torno al 7%, más alto que el de otros países pero por debajo de años anteriores y en 2015 desde Julius Baer esperan un dato similar. Aunque aún está por ver el efecto distorsionador de un dólar más fuerte, razón por la que en el banco apuestan por compañías domésticas pequeñas y medianas, más castigadas en los últimos años.
En Europa, los bajos precios del crudo y la caía del euro contribuirá a mejorar los beneficios corporativos: aunque el impacto dependerá del sector concreto, el banco espera crecimientos de en torno al 7%-8%, una importance aceleración con respecto a 2014, con beneficios planos. Esto será fundamental puesto que los beneficios serán los principales catalizadores de las bolsas.
Guerra de divisas
Las decisiones y movimientos de las instituciones monetarias tendrán mucho protagonismo en 2015. Desde el punto de vista de la política monetaria, el lento crecimiento y la debilidad de la inflación sugieren que el inicio de la normalización de los tipos de interés podría retrasarse hasta el cuarto trimestre de 2015 o incluso más, dependiendo de los datos económicos. Entre los bancos centrales del G10, se prevé que la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra den los primeros pasos en esta transición el próximo año. Pero la política monetaria es otra área de profunda divergencia entre las grandes economías: el mantenimiento de unas condiciones monetarias expansivas seguirá siendo prioritario durante más tiempo para el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de Japón.
Como consecuencia de las medidas expansivas que han adoptado ambas instituciones, que debilitan sistemáticamente las divisas (euro y yen, en este caso), el Banco Nacional Suizo se ha visto obligado a abandonar el suelo de 1,20 francos suizos por euro. “Hay una clara guerra de divisas y el último en sumarse ha sido el BCE”, dice el experto, que aconseja una mayor prudencia a la hora de jugar las divisas, debido a que los movimientos derivados de esa guerra pueden ser muy bruscos para inversor conservador. “Hemos reducido las apuestas en el euro frente al dólar, donde ya hemos obtenido beneficios, y no vamos a asumir tanto riesgo como en el pasado”. ¿La razón? Considera que el euro “empieza a estar infravalorado”, pues ya refleja en su precio el crecimiento del balance del BCE por lo que están cerrando sus apuestas positivas en el dólar, que ya ha vivido la mayor parte de su revalorización. El nivel objetivo lo sitúan en torno a 1,27 dólares.
Con todo, atendiendo a los fundamentales, y en un horizonte a 12 meses, desde el banco suizo apuntan que el dólar canadiense, el dólar neozelandés, el florín húngaro, el peso mexicano, el yuan chino, el rand sudafricano e incluso la rupia india ofrecen más potencial de revalorización que las divisas de los bancos centrales del G10.
Activos de riesgo
En su opinión, el BCE está usando sus declaraciones para tirar a la baja del tipo de cambio del euro e impulsar con ello la competitividad de los exportadores de la región. Además, está empleando medidas no convencionales como el programa de compra masiva de activos (60.000 millones al mes hasta septiembre de 2016) anunciado del 22 de enero, dentro de su objetivo de ampliar su balance en un 1 billón de euros, para intentar poner fin a la crisis crediticia que siguen sufriendo los países de la periferia del euro y, en general, estimular el crédito bancario. “No sabemos si podrá elevar la inflación pero sí dará impulso a los activos financieros y tambiéna los no financieros, como el sector inmobiliario en Europa, y en general a los activos de riesgo”.
En este entorno, las bolsas deberían conseguir rentabilidades aceptables durante los próximos meses (sobre todo, de mercados desarrollados y Asia). Mientras, los mercados mundiales de renta fija parecen aún más sobrevalorados, aunque es improbable que cambien de tónica a corto plazo, ya que hay un número suficiente de bancos centrales dispuestos a comprar cualquier exceso. El experto evita deuda soberana europea y high yield y prefiere crédito estadounidense y emergente de alta calidad (en hard currency y en países más beneficiados por la caída del crudo y no tan vinculados a su producción). Con respecto a la deuda pública estadounidense, estima rentabilidades en el bono a 10 años del 3,25% en 2016 y advierte de que muchos tramos de la curva ya han empezado a subir desde 2013, lo que ofrece más oportunidades pero también más riesgos ante la fortaleza de la economía y la próxima subida de tipos.
En el mundo emergente, advierte de economías con déficit por cuenta corriente y dependencia del crudo, como Brasil, un mercado atrapado entre una alta inflación y la necesidad de tipos al alza y una ausencia de crecimiento, y agravada su situación por un mayor déficit fiscal ante los menores ingresos derivados de la exportación de las materias primas. “Si instaura políticas de austeridad crecerá menos pero si opta por la expansión disparará la inflación… es una situación compeja”. En general, no le gusta Latinoamérica, ni siquiera México, mercado antes atractivo pero ahora castigado por el crudo, la debilidad de la divisa y la caída de ingresos. “Jugamos la divisa de forma oportunista pero no compensa la volatilidad”, explica.
España
En España, espera sorpresas positivas y cree que el crudo y el euro pueden añadir entre un 0,8% y un 1% a su crecimiento, con beneficios para exportadores y algunos sectores domésticos. Por activos, ya no les gusta la deuda pero sí la bolsa, que no se ha revalorizado conforme a la mejora macroeconómica y tampoco ha cerrado el gap con europa. Con respecto al sector financiero tiene más dudas: si bien los volúmenes de crédito mejoran y la morosidad baja, los márgenes aún presentan dificultades en un entorno de bajos tipos y con una guerra de hipotecas. “Hay que ser muy selectivos”.
Aristócratas del dividendo
Por sectores, para encontrar crecimiento, hay que centrarse en el sector sanitario y las compañías con potencial para incrementar sus dividendos. En este último punto, prefiere las empresas que incrementan la remuneración al accionista, los denominados aristócratas del dividendo, que son compañías que han incrementado los pagos a los inversores de forma constante a lo largo de los años, frente a las de dividendos altos, más caras y correlacionadas con el aumento de los tipos de interés.