En los últimos tiempos se viene hablando de demografía como elemento clave para justificar las reformas necesarias en el ámbito de la previsión social y las pensiones, pero no se trata tanto como oportunidad de inversión o como factor clave en la evolución futura de numerosos sectores y compañías. Para Sebastián Velasco, director para España y Portugal de Fidelity Wordwide Investment, “el mercado tiene a veces una visión muy cortoplacista y no tiene en cuenta las oportunidades derivadas de los cambios estructurales de este siglo, entre ellos la demografía”.
En la misma línea, Nick Armet, co-autor del estudio “Las grandes tendencias de inversión: el impacto de la demografía”, elaborado por Fidelity y presentado recientemente en el marco del I Foro de Estrategias de Inversión, asegura que muchas estrategias acusan cierta “miopía” cortoplacista, al operar en breves periodos de tenencia y centrar su beneficios en los rápidos cambios de valoración de las empresas. “El problema del cortoplacismo está tanto en el mercado, que carece de analistas capaces de analizar cifras y explicar tendencias a largo plazo, como en los inversores, que prefieren esa perspectiva de inversión”, lo que es un error, teniendo en cuenta que las valoraciones a largo plazo de las compañías se rigen por los beneficios y es eso lo que hay que tener en cuenta. “Los mercados infravaloran constantemente los beneficios de algunas compañías”, dice, lo que crea ineficiencias. Por ejemplo, al basar sus decisiones en el ratio PER, en su opinión una señal pobre del valor a largo plazo, en vez del análisis de los flujos de descuento (DCF).
Por eso cree importante identificar las empresas con ventajas en sectores con crecimiento estructural, a largo plazo, las ganadoras del futuro; y en ese crecimiento estructural pesarán en gran medida las tendencias demográficas, que el experto analiza. En este sentido, el informe que han elaborado detecta tres vectores demográficos clave que serán determinantes e influirán en la evolución de muchos negocios en el futuro y, por lo tanto, abren interesantes oportunidades de inversión: el crecimiento de la población, el crecimiento del consumo debido al auge de las clases medias en el mundo emergente, y el envejecimiento de la población mundial.
El crecimiento de la población
En la actualidad hay más de 7.000 millones de personas en el mundo, el doble que en 1970. Se espera que el número de habitantes del planeta vuelva a duplicarse en 2050, sobre todo ante el crecimiento poblacional en el mundo en desarrollo. Esta evolución conlleva un fuerte crecimiento de la demanda de recursos como alimentos, agua, tierra cultivable y energía.
“Las bocas que alimentar no dejan de crecer y la tierra cultivable no deja de disminuir, por lo que existe una necesidad de incrementar el rendimiento de las cosechas. Puesto que gran parte de la tierra cultivable en el mundo en vías de desarrollo es poco eficiente, es previsible una sólida subida del uso de fertilizantes, semillas de alto rendimiento y equipos para la mecanización agrícola”, explica Armet.
El auge de las clases medias emergentes
En las próximas décadas asistiremos con toda probabilidad a un crecimiento muy importante de las clases medias. Se calcula que el 2030 aumentarán más del doble, hasta los 1.200 millones, lo que representará un salto del 7,6 al 16% de la población mundial. La mayor parte de las personas que se incorporen a esta categoría procederá del mundo en desarrollo, en donde habitará el 93% de las clases medias del planeta en 2030, según datos del Banco Mundial. El crecimiento del consumo en los países emergentes tendrá importantes consecuencias en todos los mercados de consumo, en especial en los productos básicos. El margen de crecimiento es amplio, a la vista de que las economías desarrolladas gastan 2.041 dólares per cápita en productos de primera necesidad frente a los 207 dólares del restante 86% de la población mundial.
El crecimiento de la clase media en los mercados emergentes también ofrece un gran apoyo a las ventas de una amplia gama de productos de consumo discrecional, desde teléfonos hasta ropa, pasando por electrónica y automóviles. “Mercados como Brasil, China o India adoptarán pautas de consumo muy similares a las del mundo desarrollado, lo que beneficiará a las compañías locales, pero también a las grandes marcas globales, de lujo, o consumo básico”, asegura.
El gasto en salud, por su parte, augura fuertes crecimientos también en el mundo emergente, dado que el aumento de riqueza suele venir acompañado de estilos de vida sedentarios y menos saludables. El resultado es una creciente incidencia de enfermedades como la obesidad, la diabetes, la hipertensión, las afecciones coronarias, los infartos cerebrales y el cáncer.
No cabe olvidar tampoco el impulso que experimentarán las empresas que usen el comercio electrónico, ya que el uso de Internet se está convirtiendo en un elemento esencial de la vida personal y profesional: “La interconexión de distintos objetos a Internet será la próximima gran oleada tecnológica”, dice Velasco.
El envejecimiento
El mundo está siendo testigo de un periodo de envejecimiento “sin parangón en la historia de la humanidad”, según la División de Población de la ONU. Aunque la tendencia es evidente en los países desarrollados, este proceso será una realidad en casi todos los países del mundo y provocará que en 2045 el número de personas de 60 o más años supere al de 15 años o menos. “Los mayores de 60 años se han triplicado desde 1950 y la tendencia seguirá”, explica Armet.
Aunque este fenómeno plantea grandes retos presupuestarios para el Estado, ciertos sectores productivos se beneficiarán de la situación. Por ejemplo, el deterioro de las funciones del cuerpo humano aumenta la demanda de una amplia gama de productos (fármacos, audífonos, artículos ortopédicos…) y servicios médicos. Las empresas de servicios financieros también recibirán un mayor impulso gracias a las personas interesadas en asegurar su jubilación, si bien en este ámbito existen factores macroeconómicos y políticos que introducen un mayor componente de riesgo.
“Todas las empresas que den solución al problema de la dependencia serán bienvenidas porque la Seguridad Social no va a dar abasto”, añadía David Reher, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, en la presentación del estudio. En su opinión, las empresas relacionadas con la producción de energía y alimentos, así como medicamentos, sobre todo para las enfermedades crónicas –como la demencia- y más que para las infecciosas, tienen papeletas ganadoras. Con todo, y aunque reconoce esas oportunidades de inversión, también llama a la cautela ante la posibilidad de que se produzcan eventos inesperados que puedan poner en peligro el éxito de una entidad en su camino de aprovechar las tendencias estructurales (como las crisis económicas, la obsolescencia de su tecnología o el menor crecimiento económico en el mundo emergente); si bien, en general, cree que la oportunidad es “enorme” pues la demografía “presenta un alto grado de confianza, por su inercia: una persona de 20 años tendrá 60 dentro de cuatro décadas”.
Por eso en Fidelity defienden la importancia de beneficiarse de los temas de largo plazo y, con esa base y un análisis fundamental, “identificar a los ganadores del crecimiento estructural”. De esa combinación de análisis de tendencias de futuro y fundamentales salen entidades como Essilor, Nigerian Breweries o Novo Nordisk, con potencial según la gestora. “Las estrategias que fusionan la comprensión de los motores demográficos y el análisis fundamental de las empresas pueden desarrollar perspectivas sólidas sobre la rentabilidad empresarial a largo plazo. Los inversores pacientes deberían valorar seriamente estas estrategias”, concluyen.