Los temores de una guerra comercial aumentan y vuelven a ser una preocupación para los inversores. El jueves pasado el secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, anunció que la administración Trump seguirá adelante con su decisión de imponer un arancel del 25% a las importaciones de acero y del 10% a las de aluminio procedentes de México, Canadá y la Unión Europea, es decir, renueva estos impuestos. De hecho, el comercio y los aranceles monopolizarán la cumbre del G7 que se celebra estos días en Qebec.
Un nuevo paso dialéctico de Estados Unidos que como primera reacción ha provocado que la Comisión Europea presente una denuncia contra el país ante la Organización Mundial del Comercio (OMC). Desde la perspectiva de la Unión Europea, el objetivo no es establecer de forma prioritaria medidas proteccionistas que puedan afectar a otras industrias con más peso que el aluminio o el acero, que representan menos del 2% de todas las exportaciones a los Estados Unidos en 2017.
Desde la Comisión Europea han mostrado su sorpresa ante esta decisión de Donald Trump, ya que desde hace meses trabajaban junto con Estados Unidos para solventar los problemas del exceso de capacidad del sector siderúrgico. “Por nuestra parte, hemos indicado constantemente nuestra apertura a la discusión de formas de mejorar las relaciones comerciales bilaterales con los Estados Unidos, pero hemos dejado en claro que la Unión Europea no negociará bajo amenaza. Los Estados Unidos ahora no nos dejan más remedio que proceder con un caso de solución de diferencias de la OMC y con la imposición de derechos adicionales sobre una serie de importaciones procedentes de los Estados Unidos. Defenderemos los intereses de la Unión, en pleno cumplimiento de la ley de comercio internacional”, a firmaba Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea.
A la hora de valorar el impacto de esta decisión en el mercado, Nitesh Shah, analista de ETF Securities explica que “estos aranceles vuelven a estar vigentes después de haber expirado el pasado 31 de mayo. En consecuencia, al igual que la primera vez que se anunciaron, los precios de los metales subieron”.
En este sentido, “los aranceles y las barreras comerciales son inflacionarios a nivel nacional pero deflacionarios a nivel mundial ya que los exportadores luchan por la participación en el mercado. En general, vemos que los mercados de metales industriales están bien abastecidos y mantienen una visión neutral. Si bien el telón de fondo del crecimiento mundial se mantiene sólido, la atención se debe centrar en la vieja economía de China, es decir, los sectores intensivos en metales como la infraestructura y la propiedad, donde las perspectivas de la demanda se suavizan en lugar de fortalecerse”, apunta Carsten Menke, analista de commodities de Juluis Baer.
Según los expertos, estas tensiones arancelarias que se están alimentando desde Estados Unidos podría ser, en el fondo, una forma de evitar una guerra comercial mayor, ya que todas las sanciones propuestas afecta a industrias muy específicas y no mayoritarias.
En este sentido desde BlackRock señalan que “esperamos que las medidas sean para asustar a los mercados” sobre todo en el parte más vincula a la transferencia de la tecnología China y sus compañías.
Desde Old Mutual quitan importancia a este último movimiento de Estados Unidos. “Los inversores parecen relativamente despreocupados por los titulares de la guerra comercial dado que la recuperación económica mundial sincronizada permanece intacta, las tasas de interés son bajas y los inversores en Europa parecen estar más ocupados con las preocupaciones políticas internas en Italia y España”, apunta Ian Ormiston, gestor de Old Mutual Europe.
En su opinión hay que estar atentos y vigilar los pasos de Trump, pero no hay motivo para asustarse. “Por ahora, creemos que la amenaza es limitada, compensada por un crecimiento continuo y un euro más débil”, matiza Ormiston.
Lo cierto es que Estados Unidos tiene una serie de negociaciones comerciales sin resolver y sus decisiones sobre ellas irán marcando el nivel de tensión comercial. La más inmediata es la negoción del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). “Se requiere que el Congreso de los Estados Unidos revise cualquier nuevo acuerdo por seis meses y poder ver un nuevo acuerdo con un Congreso dominado por los republicanos es todo un desafío, pudiendo llevarse las negociaciones al 2019”, recuerda Laurent Clavel, estratega del equipo de análisis de AXA IM.
Precedentes históricos
Si valoramos lo que históricamente han supuesto las tensiones comerciales y cuál ha sido su resultado, observamos que, en 2002, Estados Unidos impuso un impuesto del 30% a las importaciones de acero.
“El impacto en los precios de producción fue breve, pero significativo, lo que puede explicarse por el hecho de que no había excepciones en ese momento. Estos impuestos fueron rápidamente eliminados debido a los temores de represalias por parte de la Unión Europea. En este caso, también, el impacto en el crecimiento parece haber sido marginal”, recuerda François Rimeu, responsable de multactivo y estratega senior en La Française.
En su opinión y basándonos en la trayectoria histórica, “el escenario más probable parece ser que estemos ante una fase de negociaciones volátiles, las cuales deberían terminar una vez que los políticos alcances sus deseos. Esto permitirá a los mercados volver a lo normal, si todavía consideramos algo como normal”.
Opinión distinta mantiene Hans Bevers, economista de Degroof Petercam AM, quien considera que Trump está protegiendo a los productores americanos de acero y aluminio frente a la fuerte competencia internacional. Para él la queja ante la OMC es el inicio de conflicto internacional en aumento.
“El daño económico de este primer paso sigue siendo limitado pero la probabilidad de que el conflicto se extienda al sector automotriz europeo es significante. Además, los productores de los mercados emergentes están viendo que tanto exportar más al mercado europeo como acceder al mercado americano se está volviendo más difícil. Asimismo, la divergencia en los intereses de exportación entre los distintos miembros de la UE amenaza con agravar la escalada y hacer más difíciles las negociaciones. En cualquier caso, el comercio internacional seguirá siendo un asunto importante en el futuro a corto plazo”, explica Bevers.