Desde hoy y hasta el sábado 26, los responsables de los principales bancos centrales del mundo se darán cita en Jakson Hole, un valle al pie de las Montañas Rocosas en Wyoming (Estados Unidos). Como todos los años, los banqueros se reúnen en su cita estival que este año tiene sobre la mesa importantes temas, entre ellos la evolución de las políticas monetarias.
Parece que este encuentro entre banqueros centrales, ministros de finanzas, académicos y participantes del mercado financiero de todo el mundo es poco relevante para los mercados, pero no es así. “Deberíamos seguir de cerca la reunión de Jackson Hole porque lo que estamos viviendo en la actualidad es similar al período 2004 a 2006”, advierte Fabrizio Quirighetti, CIO y co-responsable de Multiactivos de SYZ Asset Management.
En su opinión, en aquel momento, los principales bancos centrales empezaron a normalizar su política monetaria después de ser extremadamente acomodaticia para amortiguar los efectos del estallido de la burbuja de Internet. “La diferencia es que el crecimiento actual es mucho menos espectacular y el riesgo de inflación mucho menor”, advierte Quirighetti.
Dejando las comparaciones a un lado, en esta ocasión los mercados financieros buscan en Jackson Hole más señales sobre la normalización de la política monetaria y el fin o la reducción de los programas de compra de activos, categorizados como el Quantitative Easing (QE).
Qué esperar
Según Christopher Dembik, jefe de análisis macro de Saxo Bank, la última vez que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, asistió a Jackson Hole anunció el Quantitative Easing, convirtiéndose en el banquero central favorito de los inversores. “Draghi volverá a Jackson Hole este año, y podría verse animado por la mejora de los datos económicos de la eurozona, pero los cambios estructurales y demográficos a largo plazo complican su capacidad de endurecer la política monetaria”, apunta Dembik.
Justamente estos lastres hacen que no esté tan claro que Draghi, y el resto de banqueros y personalidades del mundo financiero, se manifiesten tan abiertamente a favor de la normalización de la política monetaria. Después del simposio que organizó hace dos meses el BCE en Sinatra, Portugal, y en el que se mostró cierta inclinación hacia ella, los bancos centrales pudieron comprobar la reacción del mercado ante la retirada de estímulos.
“El ejercicio de Sintra parecía exagerado, ya que provocó fuertes reacciones en los mercados de divisas. Jackson Hole podría traer casi los resultados opuestos. Los bancos centrales, en particular el BCE, podrían tratar de minimizar los efectos de la normalización de la política monetaria para mantener los mercados financieros en calma”, explica David A. Meier, economista de Julius Baer.
Próximas medidas
Según los expertos, la situación monetaria en la eurozona se ha relajado respecto a finales de 2016. Por ello, cabría esperar una contracción de la política monetaria, que, sin embargo, se ha visto neutralizada por el efecto de un euro fuerte en las condiciones monetarias. Y es que el QE ha implicado un efecto de devaluación de la divisa que ha aumentado temporalmente la competitividad de precios en el sur de Europa.
En opinión de Dembik, el BCE tendrá que mantener su política monetaria laxa mucho más tiempo de lo esperado, tal vez durante una década, debido a los cambios estructurales en el mercado laboral. “Los inversores no aceptarán una disminución del QE, lo cual es inevitable debido a las limitaciones técnicas –escasez de bonos– y consideraciones políticas –complaciendo a los alemanes–. Pero deben tener en cuenta que los tipos de interés seguirán siendo extraordinariamente bajos durante un período de tiempo muy prolongado, proporcionando un bajo costo de capital al mercado”, afirma.
Misma opinión comparte Thomas Mayer, analista y fundador del Instituto de Investigación de Flossbach von Storch AG, gestora de la cartera de los fondos de Flossbach von Storch Invest S.A. “El BCE debería abstenerse de una política monetaria restrictiva. Presumiblemente, Draghi no aprovechará para anunciar el término de la relajación cuantitativa. Esto podría derivar en una apreciación del Euro y una significante contracción de las condiciones monetarias”, explica.
Respecto a la Fed, Mayer considera que podría decidir contraer su política monetaria, a pesar de que el IPC se encuentra todavía por debajo de los objetivos de inflación. “Esto significa reducir sus balances y una nueva subida del tipo de interés”, señala.