El mundo no entrará en recesión pero es necesario ajustar los mercados a un entorno de crecimiento más bajo, un crecimiento que los bancos centrales no pueden impulsar “por decreto”. Sobre todo en un escenario con mayores amenazas, como el bajo precio del crudo o la realidad de ajuste en China, según explicaba Daniel Lacalle, CIO de Tressis Gestión, en el marco de una presentación, el martes por la noche en Madrid, en la que la entidad explicó sus perspectivas de cara a este año.
“China es el principal factor de preocupación porque también era el principal factor de esperanza. Quisimos creer que su crecimiento sería eterno, dirigido y organizado de forma que el Gobierno intervencionista solventaría los desequilibrios. Pero las expectativas de crecimiento eran insostenibles y el desajuste económico aumentó con el crecimiento de la deuda desde 2008, de forma que el problema de sobrecapacidad y de deuda se trasladó no solo a los sectores ineficientes sino también a los productivos y generó desajustes en el renminbi”. Para Lacalle, esos desajustes solo se podían solucionar de tres formas (con una crisis financiera, con una alta inflación o devaluando la divisa) y, ante el rechazo del Gobierno a crear daños, prevé una devaluación de la divisa continuada.
Ello tendrá un efecto negativo (se exporta deflación al resto del mundo, lo que conlleva menor crecimiento y un entorno más complejo con respecto a las expectativas de inflación) pero también tiene su parte positiva: “Menos mal que China no crecerá un 10%», dice Lacalle; y además, considera que se puede “limpiar el sector financiero del país sin que se produzca un efecto dominó sobre los mercados financieros mundiales, porque la deuda está en divisa local y concentrada en los bancos locales”, asegura.
De ahí que el experto descarte un contagio al resto del mundo emergente. “A diferencia de 2008, ante la caída de las materias primas los bancos centrales de estos países han decidido no sostener su divisa sino devaluar y mantener las reservas en dólares (en 2015 éstas solo cayeron un 2%) y además, los países del Sudeste asiático ya venían preparándose hace tiempo ante los riesgos de una desaceleración en China”.
Pero sí ve una guerra de divisas: “Es la guerra que todo el mundo niega pero que se lleva a cabo de forma más agresiva”, dice, porque, aunque ése no es el mensaje, nadie sostendrá su divisa –los bancos centrales no lo harán, y estarán más preocupados de mantener sus reservas de dólares y oro, dice- cuando el resto la devalúa, lo que lleva a políticas de “empobrecer al vecino” que pueden tener sus riesgos. Nadie sostendrá su divisa, dice, excepto Estados Unidos: “La Fed va a repetir que subirá tipos hasta que lo sepa el último ciudadano. Lo va a hacer, aunque no queramos creerlo, porque es urgente y no tiene lógica que en este entorno se mantengan sus políticas. Además, ha de tener armas para solucionar una potencial recesión”. Para Lacalle, a pesar de este entorno de guerra de divisas, es positivo que el dólar se beneficiará de su condición de divisa de reserva mundial y el impacto que tendrá la venta de deuda pública por parte de inversores foráneos se verá compensado con las compras de los inversores estadounidenses.
Si yo fuera Draghi…
Lacalle criticó las políticas de los bancos centrales que, a excepción de Estados Unidos, no crean crecimiento. “Intentan solucionar un problema de sobrecapacidad con más liquidez y de ahí la trampa porque se perpetúa esa sobrecapacidad: no se puede crear crecimiento ni inflación por decreto. Es cierto que bajando tipos se evitan quiebras pero sigue el problema”, dice. En su opinión, nadie emprende sólo porque haya créditos baratos: lo que se necesita es confianza en que habrá crecimiento.
Pero alaba a Draghi, “uno de los mejores presidentes de bancos centrales de la historia, porque tiene en cuenta las herramientas que los mercados le demandan pero no fuerza la máquina para crear burbujas”, como sí ha hecho el Banco de Japón. “Una cosa es apoyar que los estados se financien barato pero debería haber una acción concertada para penalizar si no se hacen las reformas estructurales necesarias para que no se perpetúen los desequilibrios si el BCE lo compra todo”, dice Lacalle, al responder a la pregunta de qué haría él si fuera Mario Draghi.
¿Y el petróleo?
Con respecto al petróleo, niega que las bolsas reaccionen a los precios de las materias primas, sino a la rebaja de previsiones de crecimiento, pero reconoce que hay un problema de sobrecapacidad, aunque descarta que la situación sea comparable a la de 2008: “No es lo mismo que las materias primas bajen por un ‘credit crunch’ que por un exceso de oferta”, dice. La solución: los productores más eficientes deberían producir al máximo posible y los menos, ajustar su producción.
Oportunidades de inversión
En este contexto, cree que los precios bajos pueden ser un estímulo para sectores como el consumo u otros intensivos en energía. En general, Lacalle apuesta por sectores como el de consumo, o el de tecnologías disruptivas, “sectores que aporten valor añadido”, en bolsas como la estadounidense y la europea. “Me gusta la idea de que la mayoría no crea en Europa porque así tiene mayor potencial de ofrecer sorpresas positivas. Está saliendo de la crisis mejor que antes y con supéravit comercial y el BCE incide sobre la necesidad de reformas estructurales que aumentan la competitividad”, explica. Lacalle ve sectores con buenas valoraciones y bajas expectativas, pero que pagan dividendos y tienen cash capaz de revertir a sus accionistas. “Me gustan los sectores aburridos, los regulados, orientados al consumo… que ofrecen rentabilidades del 3%-4% por encima de su coste de capital, generan liquidez y devuelven dinero a sus accionistas”; empresas, en general, donde los gestores sean también accionistas y sus intereses estén alineados con los de los inversores: ahí es donde ve valor, y a ambos lados del Atlántico. Porque en EE.UU., este factor compensará un año en el que los beneficios no acompañen.
Aunque ve oportunidades en los mercados, advierte sobre la necesidad de revisar las expectativas. “No creo en una recesión global porque eso solo ocurre en pocas ocasiones y nunca se ha producido con políticas expansivas de los bancos centrales. Pero el consumo no es capaz de compensar la ralentización de la producción industrial, por lo que estamos en un entorno de bajo crecimiento, al 50% de su potencial, y hemos de asumirlo e incorporarlo a las valoraciones”, dice, lo que implica ajustar expectativas de rentabilidad.
Incertidumbre política en España
Lacalle no negó que la incertidumbre política afecta a los mercados, incluido España, pues los inversores internacionales están empezando a mirar a empresas españolas pero desde la barrera. “El efecto positivo vendrá cuando se confirme la certidumbre política y esa certidumbre sea pro-crecimiento y pro-creación de empleo”, afirmó.