Con un mensaje solemne dirigido a toda la población, el presidente argentino Mauricio Macri ha anunciado que recurrirá al FMI para financiar la economía, decisión que ha causado un fuerte impacto en el país.
Aunque la gravedad de la crisis cambiaria que sacude al país rioplatense es innegable, desde México o Bogotá se observa con cierto asombro el dramatismo que ha provocado el anuncio de la negociación con el FMI. Estos dos países latinoamericanos recurren frecuentemente al fondo sin que sus economías o su soberanía hayan quedado dañadas por la decisión.
Analistas consultados por Funds Society señalan que la reacción argentina tiene que ver con los malos recuerdos de las crisis de los años 80. “Pero en aquella época, los préstamos del FMI se daban en contextos de gobiernos autoritarios, con poca formación económica y niveles de inflación que llegaron al 100%”, afirma un veterano economista.
Así, tanto la democracia argentina como el gobierno Macri tendrían la capacidad necesaria como para negociar con el FMI y cumplir sus condiciones – que siempre las habrá – para salir airosos de este trance.
Hace 12 años el ex presidente argentino Néstor Kirchner canceló la deuda de 9.500 millones de dólares que el país tenía con el FMI, una medida que se interpretó como una recuperación de la soberanía económica.
En este 2018 convulso para Argentina, Macri ha explicado la decisión: “Durante los 2 primeros años contamos con un contexto internacional favorable, pero eso está cambiando: suba de tasa de interés, devaluación de monedas emergentes. Somos de los países del mundo que más dependemos del financiamiento externo. Frente a esta nueva situación he decidido iniciar conversaciones con el FMI, para que nos otorgue una línea de financiamiento”, afirmó el presidente.
El gobierno argentino afirmó que el FMI ofrece actualmente las mejores tasas, pero no reveló el monto del préstamo que está negociando. Según los analistas la asistencia podría rondar los 30.000 millones de dólares.