Argentina anuncia el final de cuatro años de controles en su moneda, cumpliendo con una de las principales promesas de la campaña electoral del presidente Mauricio Macri. El peso argentino comenzará a cotizar libremente con la apertura del mercado. Se espera que se produzca una devaluación del peso argentino frente al resto de las divisas, según la información publicada por Reuters.
El nuevo ministro de Hacienda de Argentina, Alfonso Prat-Gay, fue el encargado de hacer pública la noticia. El denominado “cepo” cambiario agrupaba una serie de limitaciones en el mercado de divisas que afectaba directamente a la cantidad de dólares que los ahorradores argentinos podían comprar, limitando esta cantidad al 20% de los ingresos declarados. También las empresas se vieron afectadas, las filiales de las multinacionales extranjeras tenían limitaciones para repatriar sus beneficios a sus casas matrices, con lo que se desincentivó enormemente la inversión extranjera, y los importadores y exportadores de bienes y servicios perdieron mucha competitividad durante estos años. Estas restricciones dieron lugar al resurgimiento de un mercado negro de divisas, con un tipo de cambio para el dólar muy superior al oficial.
Se espera que esta medida tenga un impacto negativo en el corto plazo, con una devaluación del peso argentino y una economía que podría permanecer estancada durante 2016. Un peso argentino devaluado hará que el consumidor doméstico pierda poder adquisitivo, aunque pueda favorecer a las exportaciones, éstas sólo representan el 15% del PIB del país, lo que evidencia la importancia del mercado interno para su economía. En el largo plazo, se espera lograr una llegada masiva de divisas, un aumento de la inversión extranjera, y una reducción de la inflación que ya supera el 20% anual.
El Gobierno argentino prevé recibir financiación en los próximos meses, entre 15.000 y 20.000 millones de dólares procedentes de bancos internacionales y empresas privadas con sede en Argentina, para fortalecer las escasas reservas del país. Asimismo, el ministro de Hacienda de Argentina matizó que el nuevo régimen cambiario sería un régimen de “flotación sucia”, en el que el Banco Central contará con las herramientas suficientes para evitar fuertes fluctuaciones en la moneda, sin informar del valor concreto a partir del cual comenzarían las compras o ventas de la moneda local.