El Ironman es la prueba más dura de Triathlon. Combinar 3.800 metros de natación, 180 km de bici y 42 km (una maratón) corriendo. Los entrenamientos duran varios meses y el esfuerzo en el día de la prueba es tan alto que se tarda varias semanas en recuperar y muy pocas personas en el mundo hacen más de un ironman al año.
Crónica:
…. Y en el km 135 de la bici me detengo con intención de abandonar en un punto de avituallamiento. No voy, estoy vacío, lleno de pensamientos negativos, me duele todo el cuerpo, no sé cómo me van a llevar a Vitoria pero no pienso volver a hacer 45 km que quedan, de los cuales los 30 últimos son de cara a un viento durísimo que me lleva parado. Esto es un infierno y no estoy listo para un Ironman. ¿Qué hago yo aquí si no estoy listo? ¿¿¿Si me pasa esto ahora que pasara después??? ¡¡¡Si quedan 2 horas de bici y 5 corriendo!!! Se acabó, no puedo más.
Me bajo de la bici, voy al baño, como 350 calorías en gominolas, 200 más en geles, una coca cola, un plátano, unas galletas, chocolate, sandía, bebida isotónica y agua. ¡No puedo más! Le mando un sms a mi padre y le digo que “no llego a t2 ni de coña”. sin embargo a los 5 minutos recupero un poquito, me subo a la bici y a paso de tortuga me dirijo al siguiente avituallamiento 15 km después, en el km 150 y justo donde se gira y el viento entra de cara……
Los comienzos:
El ChallengeVitoria (bonita ciudad al norte de España) me venía bien por muchos factores: fecha, viaje a España, vacaciones, plano y rápido, es decir cómodo. Mi maleta trajo desde Miami los trajes, las camisas, las corbatas y todos los complementos del Triathlon necesarios para la prueba.
Yo me veía bien, había mejorado mi fondo y sabia que de haber una oportunidad de terminar un Ironman sería ésta.
El entrenamiento para la prueba fue de 24 semanas, las 12 primeras más genéricas y las segundas más específicas donde intenté hacer un Ironman por semana a razón de 6 entrenamientos semanales en unas 11 horas, no siempre lo conseguía pero me valía para ir haciendo volumen. Los días previos los pase con Jaime (@triluarca) mi entrenador, que también participaba y trataba de aprender todo sus consejos. El me ha guiado todas estas semanas con entrenamientos a distancia desde España y aunque su fama le precede y está relativamente tranquilo con mis posibilidades (cifraba en un 70% de posibilidades que lo pudiera acabar), yo seguía con todas las dudas del novato (30% de posibilidades de éxito me daba a mi mismo antes de la prueba).
Tras comer pasta cuatro días y preparar todo llego el gran día: todo listo desde la noche anterior, distintas horas de salida, sobrecogedor minuto de silencio por el accidente del tren en Santiago unos días antes y dan la salida.
Entramos en carrera, con dorsal, árbitros, decenas de personas en mi tanda y a nadar 3.800 metros (más de 4.000 finalmente por una incorrecta colocación de las boyas). Jamás he nadado esa distancia, 3.000 metros es mi record, en piscina, con neopreno y descansando entre tandas. La gente de al lado me agobia, yo solo quiero hacer mi carrera, seguir al pelotón para ahorrar energía e ir nadando. Los primeros 2.400 metros más o menos bien, sin pararme, respirando cada 3 brazadas como a mí me gusta y tranquilo con el neopreno con el agua a 22 grados. Desde ahí se me hace largo, muy largo, así que uso mi primer cartucho de desconexión mental y repaso los campos de golf de conozco, hoyo por hoyo, jugándolos mentalmente, y así se me pasan 1.000 metros y ya veo las banderas de la salida a lo lejos.
Salgo en 1,25 horas y me mareo al ponerme de pie, pero me apaño para cambiarme, agarrar la bici y ¡¡¡a pedalear!!! Con calma al principio, son 3 vueltas y hay mucho viento, ¡¡muchísimo!! Las previsiones daban 15km/h de viento, pero hay más del doble. La primera vuelta más o menos, dos horas largas para 65 km, más lenta de los previsto pero bueno (quería sacar 30km/h de media total). En los dos repechos cientos de personas te animan y te hacen creer que estás en el Tour de Francia subiendo un puerto, es increíble ver cómo animan. Sin embargo, del km 90 al 135 el dolor es insufrible, solo quiero abandonar, y cuando paro, me rindo. Demasiado para mi.
Recuperación:
Sin embargo sigo, 15 km suaves con viento de espalda mientras me lleno de calorías, quiero que el chip marque mi llegada a la segunda transición al menos, menos de eso me da vergüenza. Para los 30 km finales contra viento cambio de táctica: hablar con todos los que van cerca de mi como forma de desconectar el cerebro y esconderme del viento un poco con ellos.
Voy mal de piernas, muy cansado y mentalmente débil, pero voy. Una hora después solo quedan 12 km, voy a paso de tortuga, se me hace eterno pero decido que voy a llegar sí o sí.
Finalmente llego a la segunda transición, jamás había hecho más de 120 km en bici y son 180km, me cambio de ropa y me pongo las zapatillas de correr (poner música de subidón in crescendo).
Maratón:
Me pongo a correr y de repente todo mi cuerpo se pone alegre, conoce las sensaciones, el ritmo, el pulso, la respiración,,,, ¡¡la zancada es buena!! Para colmo es llegar a la plaza central de Vitoria y miles de personas nos esperan chillando nuestros nombres, dándonos la mano, me llevan en volandas, me lo habían advertido pero es superior, se me pone la piel de gallina, el pulso disparado por encima de 160 por minuto, es increíble el ambiente, se me cae la segunda lagrimilla del día (la primera con el minuto de silencio). Este público no te deja pararte, haces el amago de detenerte y chillan y chillan y tú dices: vamos un km más y lo haces, y siguen animando…..
Son 4 vueltas de 10,5 km, la mayor parte de ellas con público animando. Dentro de mi sé que lo tengo hecho, 5 horitas: 3 km corriendo y 1 km andando, comer en todos los avituallamientos sandía, coca cola, plátano y bebida isotónica e ir haciendo kilómetros. El infierno ha quedado atrás, quería abandonar pero ahora la derrota no es una opción.
75 minutos tardo por cada vuelta de 10,5 km, las dos primeras se me pasan volando, la tercera más lenta, me entran dudas y tengo frío, la temperatura ha bajado, ya no hace sol y la camiseta mojada no ayuda a mantener el calor. Me asusto, meto más comida en el cuerpo y a seguir sonriendo a todo el mundo para mantener el positivismo.
En la última vuelta no paro de correr, me vengo arriba, doy las gracias a todos los voluntarios y policías que veo. Me dicen que volvamos. Corro por los km 35,37,39,41….
El ultimo kilómetro es indescriptible, todo el mundo animando, chillando mi nombre, queriendo de verdad transmitirme fuerzas, los sentimientos indescriptibles, entro en la plaza, 100m, levanto los brazos, el vencedor no está más contento que yo, soy feliz. Salto en la meta, me abrazo a Jaime que está esperándome (ha hecho sexto y un tiempo de 9,12h) y le trato de transmitir lo que siento para que sea partícipe, consciente y esté orgulloso de lo que ha logrado: convertir en una persona normal y corriente en un Ironman finisher, ahora entiendo su fama. Me ponen la medalla y me derrumbo de emociones y lloro desconsoladamente.
No paro de pensar en mi familia, en Sonsoles y en los niños, los he llevado conmigo desde la primera brazada hasta el último paso, sin ellos esto no tendría sentido, este éxito es también suyo, mi felicidad es su felicidad. Sin su comprensión no habría podido salir a entrenar muchos días… levantarse a las 6 de la mañana (en Miami no se puede entrenar a otra hora) 5 días a la semana no es posible sin comprensión en casa. Si ya a diario es un esfuerzo el fin de semana es aún mayor. Gracias Mamuchi!!
No me siento cansado al terminar, estoy de subidón, pero a los 15 minutos me entra un cansancio atroz.
En la cama no me puedo dormir del cansancio y hablo con muchos amigos por whatsapp comentando la jugada.
Hoy sigo muy contento. Soy un ironman.
Al final mi tiempo es de 13,34h incluyendo 1,25h nadando, 7h de bici y 5h corriendo. Me ha costado mucho llegar hasta aquí,
Fuerte el abrazo,
Íñigo.
Vitoria-Gasteiz, ciudad en el norte de España, acogía el pasado domingo la primera edición del Ironman Challenge Vitoria que contó con la participación de un total de 600 triatletas. Íñigo Urbano (@inigourbano), autor de esta crónica, corría su primer Ironman. Íñigo trabaja como portfolio manager en el departamento de gestión discrecional de Banco Santader International desde septiembre de 2011. Anteriormente se ha desempeñado como senior fund manager en Seguros RGA y como senior portfolio manager en Fortis, ambas posiciones en Madrid. Inició su carrera profesional en el sector de la inversión en 1999 en Credit Suisse Private Banking, en Londres y Madrid, donde trabajó hasta el año 2002. Íñigo tiene un MBA por el Instituto de Empresa (IE) y una licenciatura en ADE por la Universidad Complutense de Madrid.